El deterioro de la red asturiana de cercanías sigue haciendo estragos en las estadísticas de uso del tren en la región. El ferrocarril es el único medio que dentro del Consorcio de Transportes de Asturias (CTA) ha rebajado su número de usuarios en 2018, con una pérdida de 63.523 viajes respecto al ejercicio anterior y la cifra de utilización más baja de los últimos cuatro ejercicios. El balance global del ente público estira el recuento de desplazamientos con cargo a las tarjetas del CTA hasta la cifra más alta de la serie, 18,6 millones de viajes, tras un incremento del 2,1 por ciento en el último año, pero el autobús crece mientras mengua el tren y aumenta la distancia entre las dos modalidades de la movilidad pública adscritas al consorcio. El desglose de la estadística del año pasado da dieciséis millones de viajes en autocar, y subiendo -8,7 en el interurbano y 7,2 en los urbanos- y apenas 2,6, y bajando, en tren.

Las cifras discurren cuesta abajo y en paralelo al decrecimiento que han experimentado en los últimos años los resultados del ferrocarril de cercanías en Asturias. La contracción ha sido particularmente intensa desde el traslado de la estación de Gijón de la céntrica plaza del Humedal a la periférica avenida Sanz Crespo, en 2011, y se ha vuelto más acentuada con el reciente deterioro en el servicio de vía estrecha de la antigua Feve, lastrado por la inconsistencia en la circulación y los frecuentes cortes y retrasos motivados por la obsolescencia del material.

El último recuento actualizado de viajeros en tren en Asturias, correspondiente a 2017, se sitúa en lo más bajo de la serie histórica que comienza a principios de los años noventa en lo que atañe a los servicios de Renfe de ancho de vía convencional, que han perdido cerca de dos millones de usos desde el traslado de la estación de Gijón; la antigua Feve, por su parte, viene de rebajar los dos millones de viajes de cercanías por primera vez en su historia y tiene menos de la mitad de pasajeros que en 2006.