Dolores Aleu Riera fue la primera médica en España que se graduó sin tener que disfrazarse de hombre. Fue en 1882. En 2017, 135 años después, el número de médicas colegiadas superó por primera vez al de médicos. No obstante, solo el 20% de los puestos de dirección del Sistema Nacional de Salud están ocupados por mujeres, según un estudio realizado en el mismo año por la Organización Médica Colegial.

En el ámbito internacional, la situación no es muy diferente. Aunque las mujeres somos mayoría en el área de ciencias de la salud, en la OMS ocupamos menos del 25% de los puestos de alta dirección y únicamente dos de las agencias de la ONU están lideradas por mujeres, según recogía la revista "The Lancet" en 2017.

Diversas revistas científicas han publicado artículos en los que se subraya que la discriminación hacia las mujeres tiene efectos negativos sobre todo el conjunto del sistema sanitario. En agosto de 2018, la revista "Harvard Business Review" publicó un artículo titulado "Cómo la discriminación contra las mujeres daña a los pacientes". En él se concluye que "la discriminación hacia las mujeres en ciencias de la salud supone un riesgo para la salud pública y para la seguridad de los pacientes". Los autores, investigadores de la Universidad Johns Hopkins, citan la evidencia acumulada que demuestra que las mujeres prestan una atención sanitaria de alta calidad y que la forma en que afrontamos el trabajo en las ciencias de la salud enriquece radicalmente el desarrollo de las mismas.

Otro estudio realizado en EE UU, sobre un millón y medio de pacientes, evidenció que las personas que fueron tratadas por una doctora tenían menos probabilidad de morir o volver a ser ingresadas en los siguientes 30 días. Se ha demostrado además que las médicas tienden a involucrarse en una atención preventiva y una comunicación médico-paciente muy efectiva. La investigación también ha concluido que ellas usan más las prácticas basadas en la evidencia.

A la vista de los datos, la feminización de la atención sanitaria no parece que sea un problema. Todo lo contrario. Lo que sí es un problema es la aún baja presencia de mujeres en los puestos de responsabilidad.

Sabemos que no es solo cuestión de tiempo ni de méritos que las mujeres ocupen los puestos de dirección. Se necesitan acciones específicas que eliminen y compensen estas discriminaciones. Me refiero a las cuotas de contratación, promoción y representación, a los observatorios específicos sobre la salud de las mujeres y a la formación con perspectiva de género en los estudios y en el lugar de trabajo.

Tenemos que fomentar las acciones positivas hacia la mujer porque, lamentablemente, por cada acción positiva visible, hay 100 acciones negativas invisibles que todas y todos tenemos normalizadas. Estos no son solo problemas de mujeres, sino que requieren la participación de todos y todas para alcanzar una igualdad plena.