Hoy 8 de Marzo celebramos el Día Internacional de la Mujer, institucionalizado por las Naciones Unidas en 1975 con la celebración del Año Internacional de la Mujer, aunque su origen remoto se encuentra en la celebración que se realizaba en algunos países europeos como Dinamarca, Alemania y Austria, muy unida a las reivindicaciones de carácter laboral y de sufragio.

Desde esta columna dedicada a temas europeos y urbanos también tiene cabida esta efeméride, más en un momento como el actual, en el que parece que en el debate político existe una corriente a favor de una regresión en materia de derechos. Ante esta situación Europa puede y debe actuar como garante de las conquistas conseguidas.

La Unión Europea ha recogido entre sus objetivos la igualdad entre hombres y mujeres, y con el paso del tiempo, desde su constitución hasta la actualidad, ha hecho acopio de una amplia normativa a favor del principio de igualdad. Entre todo el conjunto de normas de distinto rango resulta interesante destacar además de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, la Declaración 19 anexa al Tratado de Lisboa (2007) en la que la Unión Europea y los Estados Miembros se comprometieron en su empeño general por eliminar las desigualdades entre la mujer y el hombre, a combatir la violencia doméstica en todas sus formas, así como prevenir y castigar esos delitos y prestar apoyo y protección a las víctimas. Es de justicia este recordatorio teniendo en cuenta el debate público en torno a la violencia de género en nuestro país. También cabe recordar que instituciones como el Parlamento Europeo o el Tribunal de Justicia de la UE han sido especialmente activas a la hora de reforzar el principio de igualdad desde sus distintas perspectivas de trabajo. Prueba de ello es el papel destacado del Parlamento Europeo en la creación del Instituto Europeo de Igualdad de Género en 2006. No cabe duda de que la UE continuará trabajando en esta dirección, pero no por ello, hay que dejar de recordar los logros y avances conseguidos.

Por otra parte, en sus esfuerzos por fortalecer el papel de la mujer, la Comisión Europea ha destinado parte de sus fondos a programas que tenían y tienen por objeto combatir la discriminación, la violencia de género, así como promover la igualdad y la diversidad. Estos incentivos han permitido a las ciudades participar en proyectos que han supuesto una positiva unión entre las políticas locales y las políticas europeas en favor de la igualdad. En el pasado, la ciudad de Gijón implementó diferentes proyectos en diversos programas que abordaron temas como los estereotipos; la brecha salarial en materia de empleo; el empoderamiento de las mujeres o la prevención contra la violencia de género. Lástima que esta senda de trabajo no se haya continuado, pues esa trayectoria había posicionado a Gijón como una ciudad referente en el ámbito europeo en esta tipología de proyectos, y por ende en el desarrollo de políticas en este ámbito a escala local, lo cual es muy valorado por las instancias europeas.

Por último, la Unión Europea aprobó en 2016 la denominada Agenda Urbana que se ha venido desarrollando por medio de unos partenariados mixtos con participación de instituciones europeas, Estados Miembros, ciudades y organizaciones de distinto perfil que están en la actualidad desarrollando planes de actuación sobre diversos temas. Pues bien, hay que llamar la atención que hasta el presente ninguno de esos partenariados ha estado dedicado a la igualdad de género, lo que llama poderosamente la atención dado el papel crucial de las mujeres a la hora de construir las ciudades. Este hecho choca más pues la denominada Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (2015), que desarrolla los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) dirigidos a todos los países, y no sólo a los tradicionalmente llamados países en desarrollo, incluye en su ODS 5: "Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas". Confiemos que en el futuro este déficit europeo sea corregido y se ponga en marcha un partenariado en el que se aborde el importante papel que las mujeres ya están desempeñando y están llamadas a seguir desempeñando en nuestras ciudades europeas.

En suma, la UE se ha configurado como un actor internacional que a lo largo de su historia ha promovido y actuado en favor de los derechos de las mujeres, tanto desde la perspectiva legal, como práctica por medio de la puesta en marcha de proyectos e iniciativas. No por ello deja de ser necesario recordar cada 8 de Marzo los logros conseguidos y constatar igualmente que el camino continúa.