Si todo sigue como hasta ahora, serán necesarios 54 años para llegar a un equilibrio entre hombres y mujeres en los puestos de liderazgo de las empresas. Esa es la estimación realizada por ejecutivos y profesionales de 2.300 empresas de todo el mundo que han sido encuestados por IBM, en un estudio que acabamos de publicar sobre mujer y liderazgo empresarial.

En esas empresas, la mujer solo representa el 18% de los puestos directivos. En España, la presencia de la mujer en los consejos de administración de las compañías que cotizan en bolsa está en torno al 20%.

Dieciocho por ciento es muy poco y 54 años son, bajo cualquier consideración, demasiado tiempo. Si añadimos factores como la enorme velocidad a la que se producen hoy los cambios y el valor fundamental que tiene el talento para la innovación y el desarrollo económico de la sociedad digital en la que estamos, 54 años es un periodo excesivo, que no nos deberíamos permitir.

Lograr que los espacios de máxima responsabilidad de empresas e instituciones sean un reflejo más real de cómo y quiénes somos, como sociedad, es un objetivo clave en dos aspectos de enorme importancia: el propio fortalecimiento de las empresas y el avance de la igualdad en general.

Una empresa, como cualquier equipo humano, se enriquece y gana valor siempre desde la diversidad. La diversidad no solo amplía y complementa experiencias y perspectivas, sino que te permite también atender y conectar mucho mejor con unos clientes y una sociedad que es esencialmente heterogénea.

En el estudio de IBM, un grupo que representa el 12% de las empresas encuestadas se muestra especialmente activo y comprometido con la creación de un entorno que asegure el avance profesional de la mujer. Al analizar los resultados financieros de las empresas encuestadas, ese grupo supera al 88% restante en áreas tan relevantes como rentabilidad, innovación y capacidad de desarrollar el talento y el compromiso de sus empleados.

Al mismo tiempo, superar la brecha de género en los puestos de liderazgo es una pieza clave para acelerar otros factores decisivos para facilitar la igualdad dentro y fuera de la empresa. Buena parte de los obstáculos que siguen bloqueando un mayor avance profesional de la mujer tienen que ver con los estereotipos y sesgos inconscientes, con una cultura que tiene sinceras buenas intenciones, pero que no acaba de interiorizar la evidencia de que sin actuar activamente la brecha persiste.

Un liderazgo más equilibrado es un liderazgo necesariamente más consciente y más capaz de actuar, porque entenderá mejor la importancia de crear un entorno profesional y una sociedad más inclusiva, identificará con mayor claridad las dificultades que hay que resolver (en la empresa y en la sociedad) y podrá ser más persistente, metódico y eficaz.

Este no es un desafío de contrarios, sino una necesidad de todos. El avance profesional de la mujer es sumar, añadir y crecer. Es crear unas empresas -y una sociedad- en la que cada persona sea reconocida por su potencial y sus logros y tenga, de verdad, las mismas oportunidades para llegar tan lejos como su talento y su esfuerzo le lleven.