El examen de celadores que ha tenido lugar hoy en Gijón ha llegado a su final con una cifra total de 15.268 opositores, de los que 7.982 han acudido por la mañana y 7.265 por la tarde. Desde el Sespa, sin embargo, aseguran que este 60% de participación (en un principio estaban apuntados 26.000 opositores) "es habitual" en pruebas de este tipo. "Mucha gente se apunta por si acaso y luego ven que no se pueden aprender el temario y abandonan", explican.

Entre los presentes ha habido de todo: nervios, calma, dudas con las respuestas, ansiedad. María López, auxiliar de enfermería de Mieres, se presentó al examen para "probar suerte". No se había planteado acudir hasta que se enteró de la convocatoria. "A mi sector le interesa mucho porque el trabajo de celador es más fácil, te cansas menos y cobras lo mismo". Los sanitarios despalzados en la zona han tenido que atender, además, a dos personas por mareos.

Pese a unos primeros minutos de ajetreo en las puertas de las tres sedes establecidas (recinto ferial, Campus de Gijón y La Laboral), los propios sindicatos reconocen que la organización de la prueba ha sido "excelente". Explican que decenas de opositores se presentaron a primera hora de la mañana, antes incluso de que se abriesen las puertas, pese a que en los boletines informativos se aclaraba que ningún usuario entraría al recinto antes de las ocho. Una vez dentro, los aspirantes esperaron hasta las diez para la apertura de las aulas y, a las once, empezaron los preparativos del propio examen.

Tras una breve explicación de unos veinte minutos sobre el funcionamiento de la prueba, los futuros celadores empezar a rellenar su formulario de tipo test. Se les dio la oportunidad de abandonar a los 15 minutos de la prueba. Después, todos debieron esperar a que se completase la hora y media de duración fijada por los organizadores. El tiempo máximo, sin embargo, alcanzó las dos horas. En estos plazos no se incluyen a los opositores con medidas especiales por algún tipo de discapacidad o problema de salud.

Varios tenían autorizaciones especiales para sentarse cerca de la puerta, alargar su tiempo de prueba o recibir su formulario con una tipografía de letra más grande y en negrita.

Por lo demás, muchos de los que visitaron hoy Gijón para examinarse no tenían demasiadas esperanzas. El perfil del opositor está siendo variado: enfermeras, repartidores, peluqueros, estudiantes... El bajo coste de las tasas y los 17 años que pasaron desde la última convocatoria de oposición ha hecho que hoy se hayan juntado en una misma sala los profesionales más veteranos (y los más nerviosos, porque hoy se juegan mantener o no su puesto de trabajo) y los que todavía no saben exactamente a qué dedicar su futuro.

Ya por la tarde, se han formado largas colas en los alrededores del recinto para acceder al examen "La cola es eterna y no se mueve", se quejaba uno de los asistentes. No obstante, los horarios se han cumplido y a las seis ha dado comienzo la prueba que se ha alargado hasta pasadas las ocho de la tarde. "A las cinco hemos entrado a la nave dónde hacía el examen. En la mesa teníamos las instrucciones y la hoja de respuestas. A las seis, un miembro del tribunal ha empezado a leer las normas de la prueba", declara una de las participantes en la prueba. Tras el examen, los opositores han ido abandonado el recinto para dirigirse a los autobuses que se encontraban en los alrededores de la zona.

¿Cómo funciona la nota de corte?

Aquellos que consigan como nota mínima un cinco raspado, pasan a la siguiente fase, la de concurso, en el que imperará los años de experiencia del trabajador. Esto hará que los opositores más veteranos tengan ciertas ventajas. Muchos de los participantes en el macroexamen explicaban hoy que temían no poder estudiar tan bien como la gente joven y quedarse fuera.