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La Guardia Civil busca nombre a cinco cadáveres sin identificar en el último lustro

Resuelta la desaparición de una asturiana en 1955: formó otra familia en Levante

La Guardia Civil busca nombre a cinco cadáveres sin identificar en el último lustro

A principios de los años noventa, el programa "Quién sabe dónde" de Paco Lobatón sacó a la luz numerosos casos de personas desaparecidas. En muchos casos, las familias recurrían a ese programa para aclarar el paradero de parientes que llevaban décadas sin dar señales de vida. Fue el caso de una mujer de la Cuenca del Caudal, que pidió ayuda para localizar a su madre, María Dolores (nombre ficticio), de la que no sabía nada desde 1955. Se había marchado de casa sin dejar rastro alguno. El espacio televisivo ponía una condición, que se presentase una denuncia por desaparición. La hija de esta mujer la formalizó ante la Guardia Civil de Oviedo. Sin embargo, en aquella época no hubo forma de dar con ella. Se la había tragado la tierra.

El sargento Miguel Ángel Maldonado, que lleva cinco años en el Equipo de Personas de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Oviedo, se empeñó en aclarar qué había pasado con María Dolores. Disponía tan solo de una foto de 1955 y un nombre. "No encontramos dato alguno de esa persona. Fuimos al registro civil y vimos que había problemas con el nombre. Después de probar con varias variantes, en una administración terminamos obteniendo el nombre y el DNI. A través de la Policía Nacional pudimos dar con su dirección", indica Maldonado.

Habían pasado sesenta años desde la desaparición. María Dolores debía tener más de ochenta años. Pero Maldonado llegaba tarde. La mujer había fallecido dos años antes. A lo largo de aquel tiempo, había formado una nueva familia en la costa levantina. Solo le quedaba informar al Juzgado, a la hija de la desaparecida y cerrar el caso. "Este tipo de investigaciones es un poco ingrata, no atrae la atención mediática, requiere mucho esfuerzo, pero, si se resuelven, aportan mucha paz a las familias y eso es muy satisfactorio. Cuanto más se tarde, más angustia para la familia", asegura.

En los últimos años, el Equipo de Personas -que también tiene otros cometidos añadidos, desde homicidios y violencia de género hasta trata de seres humanos- ha aclarado hasta cuatro de estas desapariciones de larga duración. Unos de esos casos fue el de otra mujer, de unos veinte años, que había emigrado a Argentina en los años cuarenta. Después de marcharse, su familia no supo más de ella. Maldonado recurrió de nuevo al registro civil, pero se encontró con que el de la localidad se había quemado durante la guerra civil. Aún así no cejó y pidió colaboración a través de Interpol, que finalmente localizó a la mujer. También en este caso había fallecido, pero los familiares pudieron saber por fin algo de aquella joven emigrante.

En otro de los casos, Maldonado pudo averiguar lo ocurrido con un hombre que se marchó de Asturias para instalarse en el País Vasco. La familia presentó la denuncia, como en los anteriores casos, al calor del programa "Quién sabe dónde", a principios de los noventa. El sargento de Personas terminó comprobando que el hombre había fallecido nueve años antes de que se presentase la denuncia. Caso cerrado.

Una herramienta que maneja el equipo es la base de datos de Personas, Desaparecidos y Restos Humanos (PDyRH), creado en 2009 y que reúne todos los atestados policiales desde 1988. En ellos se encuentran inscritos los nueve casos de desapariciones de larga duración en los que trabaja la Guardia Civil de Oviedo, así como los cinco cadáveres sin nombre que trata de identificar. En la base de datos está el caso del niño Hugo Álvarez, de 20 meses, que desapareció en la playa de Frejulfe (Navia), en febrero de 2016. También se incluye el caso de Elías Pinto, un niño portugués que desapareció en el poblado de Ferreros, en Ribera de Arriba, el 3 de marzo de 1994. En aquellos días se rastreó el río Nalón ante la posibilidad de que el menor, de 4 años, hubiese caído a las aguas. No hubo suerte. Un año más tarde, el caso se reabrió, después de que su padre, Antonio Manuel Pinto, apuntase a que el niño pudiera haber sido secuestrado.

Otra desaparición en el mar sobre la que anda detrás el Equipo de Personas es la del pescador sotobarquense Avelino Suárez, de 40 años, cuyo rastro se pierde el 23 de julio de 2010 mientras faenaba frente a la Concha de Artedo (Cudillero). Salvamento Marítimo y los Bomberos de Asturias encontraron sus botas días después. Como en todas las desapariciones en el mar, el ADN de sus familiares ha sido introducido en una base de datos para su comparación con los restos hallados en otras zonas del Cantábrico e incluso en Francia, y no se pierde la esperanza de hallar el cuerpo.

"Cuando una persona cae al mar, miramos las corrientes y se busca qué cadáveres aparecen en otras zonas de la zona, incluso en Francia. En la base de datos se incluye el perfil genético del familiar más directo", explica Maldonado. "Lo que debe saberse es que ahí están los casos y no nos olvidamos de ellos", añade.

Tampoco de los cinco cadáveres sin nombre encontrados en la demarcación de la Guardia Civil de Oviedo. De entre ellos, el más famoso -y también misterioso- es el llamado "hombre de Somiedo". Se trata de un hombre encontrado en enero de 2015 a un kilómetro del puerto de Somiedo, en la parte asturiana. Estaba desnudo y le faltaba una pierna, posiblemente devorada por los animales. De escasa estatura -un metro y cuarenta centímetros-, presentaba deformidades en el craneo, las piernas y la espalda, que impedían que se moviese con facilidad. Se especula con que tuviese una discapacidad psíquica. Los esfuerzos para identificar su procedencia o a sus familiares han resultado infructuosos, aunque hay algunas pistas que apunta la comarca de Babia en León. Los agentes especulan con que hubiese vivido encerrado por su familia en un lugar apartado, relativamente cuidado y alimentado, y que fuese depositado por sus familiares en Somiedo tras fallecer por causas naturales, ya que el cuerpo no presenta signos de violencia. Es otro caso del que la Guardia Civil no se olvida.

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