Un transportista cántabro de 27 años, Óscar Díaz, murió ayer aplastado por su propio camión en la localidad de Sevares, en Piloña. La tragedia ocurrió poco antes de las 11 de la mañana, cuando el vehículo, por causas que aún investiga la Guardia Civil, echó a andar, cuesta abajo y sin control, por la empinada carretera del cementerio local. El joven salió corriendo detrás del camión e intentó subir a la cabina para detenerlo. Logró, incluso, aferrarse a la puerta del conductor, pero el trailer, que iba cogiendo cada vez más velocidad, fue acercándose a un muro, hasta que chocó con él. En ese momento el transportista perdió el equilibrio y quedó atrapado entre uno de los ejes traseros del camión y la pared. Falleció al instante.

El camión aún siguió su avanzando, descontrolado. Cuando ya había recorrido cerca de 100 metros, en una curva, las ruedas delanteras se subieron a una finca situada por encima del nivel de la carretera, lo que provocó que el vehículo cambiara de trayectoria, saliera de la propiedad y volviera a tomar el camino del cementerio. El camión bajó derecho hacia la carretera general, la nacional 634, que cruza Sevares, y fue a estrellarse contra un edificio, un antiguo taller de chapa que llevaba cerrado varios años y que su dueña utilizaba desde entonces como almacén para guardar leña y trastos.

El impacto fue de tal calibre que el edificio quedó completamente destruido. Solo los escombros y la existencia de una hondonada impidieron que el camión invadiera la carretera general, en la que quedaron esparcidos restos del inmueble derribado, tejas y cascotes. El camión, un Man TGA 18 440 de color rojo, con matrícula 1938-FWS, recorrió 230 metros, arrasando todo a su paso. La Unidad Canina de Rastreo, por prevención, rastreó los escombros de la edificación derruida, para asegurar que no hubiera ninguna persona en el interior. Los bomberos también despejaron la calzada.

Los vecinos de la zona, mientras tanto, preguntaban quién era el fallecido. Sabían que Óscar Díaz llevaba varios días acudiendo a Sevares con su camión para cargar madera de eucalipto procedente de un monte de la localidad. Pero desconocían que era la última carga del último día. Y que el camión ya estaba cargado de madera hasta los topes, así que quedaban solo unos minutos para que el joven emprendiera la marcha cuando se desató la fatalidad.

Un amigo del fallecido, Moisés Ibáñez explicó que el joven, el menor de cuatro hermanos y aficionado a las artes marciales, llevaba unos seis años trabajando en la empresa familiar, con sede en Caranceja, en Reocín (Cantabria). Padre e hijo se dedicaban a transportar todo tipo de materiales, "lo que les encargaran", señaló Moisés Ibáñez.

El padre del fallecido llegó un par de horas después del accidente. Visiblemente afectado, lamentaba lo ocurrido, mientras los presentes intentaban consolarlo. Poco después llegaba también al lugar del accidente un hermano del finado, quien se abrazó a su padre y solo acertó a arrodillarse junto a un quitamiedos y a taparse el rostro mientras lloraba. Ambos, junto a varios amigos de la familia, abandonaron abatidos Sevares a los pocos minutos.

La Guardia Civil tuvo que cortar al tráfico uno de los carriles de la nacional durante varias horas. El camión fue retirado por una grúa pasadas las cuatro de la tarde.