"Saldar, en lo posible, la deuda que Asturias tiene contraída con Severo Ochoa". Éste es el objetivo que se ha propuesto la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias en el sexagésimo aniversario de la concesión del Premio Nobel de Medicina al bioquímico luarqués. Así lo explicó ayer el psiquiatra Julio Bobes, presidente de la entidad académica, con motivo de la sesión de homenaje a Ochoa celebrada en el Colegio de Médicos de Asturias.

El acto sirvió, asimismo, para inaugurar la exposición titulada "Retrato con perspectiva de un gran científico", que tiene como escenario la sede colegial -emplazada en la plaza de América, de Oviedo- y como artífice al artista Juan Méjica. La muestra estará abierta al público hasta el viernes que viene, día 29, en horario 12 a 14 horas y de 18 y 21 horas, de lunes a viernes.

"En Asturias, la ciencia no tiene consideración social. Durante décadas hemos lamentado que el legado Ochoa se depositara en Valencia", destacó ayer Méjica. A su juicio, "tenemos una segunda oportunidad con el fondo documental y artístico que ha reunido la Fundación Méjica". Una tarea, agregó el abogado y artista, que en clave de "misión científica" se asemeja a las "misiones pedagógicas de Altamira y Casona". Según Juan Méjica, "si a Ochoa lo mueve la vocación científica, la emoción de descubrir, a mí me mueve la emoción de crear, y también un compromiso cívico con la reflexión y la expresión".

Además de Méjica, en el acto celebrado ayer intervinieron Manuel Álvarez-Uría, presidente de honor de la Real Academia de Medicina; César Nombela, presidente de la Fundación Carmen y Severo Ochoa; Carlos Gancedo Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Biomédicas "Alberto Sols"; y Carmen Lavandera-Lavandera Villamil-Ochoa, sobrina-nieta de Severo Ochoa.

César Nombela, catedrático de Microbiología y discípulo de Ochoa en Estados Unidos, analizó "las entrelíneas" de la vida y la obra del Nobel asturiano. Entre las claves de su maestro, citó la huella de los mares Cantábrico y Mediterráneo, la influencia del otro Nobel de Medicina español, Santiago Ramón y Cajal, y "el afán de ser científico". "Se adentró en los secretos de la biología molecular como disciplina moderna para averiguar las claves de la vida", añadió Nombela, quien hizo hincapié en la voluntad de Ochoa de "ayudar a España" y en la influencia que sobre el investigador ejerció su esposa, Carmen García Cobián.

En este contexto de homenajes al científico luarqués, el Ayuntamiento de Oviedo dedicará una plaza a Severo Ochoa junto al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), mientras que la Universidad de Oviedo prevé inaugurar una escultura del premio Nobel, obra de Juan Méjica, el próximo otoño en el campus del Cristo. Hoy será presentado en el salón de té del teatro Campoamor, de Oviedo, un sello conmemorativo del 60º aniversario de la concesión del Nobel a Ochoa.