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"No tengáis miedo a las ingenierías"

Seis alumnas del campus gijonés animan a las futuras universitarias a estudiar carreras tecnológicas: "Nadie te hace de menos por ser chica"

Por la izquierda, Laura Fernández, Laura Montenegro, Marina Alonso, Claudia Llano y Alicia López-Ferrer, en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón. MARCOS LEÓN

"Animamos a todas las chicas de Bachillerato a estudiar una ingeniería, que no tengan miedo. Da igual ser chica o chico, si les gusta que no lo duden". Quien así habla es Marina Alonso, de Mieres, estudiante de cuarto curso de Ingeniería Química Industrial en la Escuela Politécnica de Gijón. La carrera técnica fue su primera opción y no se arrepiente. Aprecia algunos fallos en la metodología docente pero ello no impide que se sienta orgullosa de haber elegido unos estudios que son su verdadera vocación. "Nadie te va a hacer de menos por ser chica", sostiene.

Laura Fernández, de 23 años, también estudia en el campus gijonés. Hace cuarto del grado de Mecánica. En su caso, sí reconoce que ellas son "muy pocas" en clase, "algunas asignaturas con dos o tres", pero no le preocupa. "Ya elegí el Bachillerato Tecnológico y si no hubiera estudiado Ingeniería, habría hecho Matemáticas", explica. Con su padre, perito industrial, "algo de apoyo" ya tenía en casa cuando anunció que quería realizar estudios técnicos. El próximo año quiere comenzar el máster de Organización Industrial y aunque su disciplina es todavía un campo de hombres no tiene dudas de sus posibilidades de desarrollo profesional.

En Ingeniería Informática, Laura Montenegro, de 22 años, se quedó con otras cuatro chicas en clase. También están en franca minoría. Y eso, pese a que el sector TIC creará hasta 900.000 nuevos puestos de trabajo antes de 2020, debido al aumento de un 20% en la demanda de perfiles especializados. "Hace años había más mujeres en Informática", indica. Ella está comenzando ahora a buscarse las prácticas y reconoce que no le gustaría trabajar en programación pura. "Al final, en cualquier ingeniería, da igual que seas chico o chica", afirma, "te tiene que gustar lo que haces". Lamenta la falta de experimentalidad de algunas asignaturas: "En diseño web tenemos más teoría que práctica".

Alicia López-Ferrer, gijonesa de 19 años, optó por Ingeniería Electrónica. En el futuro le gustaría trabajar en energías renovables. Celebra que, al menos, en el cuerpo docente de la Politécnica haya cada vez más profesoras. "Casi todos en mi familia estudiaron ingeniería", afirma. Aunque su opción fue por convencimiento personal. "Nadie me dijo nada", explica, "pero no chocó mi decisión, desde pequeña ya me gustaba". Estudia en el grado bilingüe del que, por cierto, se van cayendo alumnos de año en año, según ha podido detectar ella misma, que ya cursó la Secundaria en la opción bilingüe.

"Al final la ingeniería te gusta o no, es igual que los estudios de Medicina o Enfermería", sostiene C arlota Llano, gijonesa de 23 años, estudiante de cuarto de Química Industrial. Ya en el Bachillerato le interesaba su especialidad y cuando le hablaron de la Química Industrial no dudó por la disciplina más ingenieril. "En el futuro me veo trabajando en I+D en la empresa privada. En la Universidad es muy difícil quedarse. Además del máster y los tres años de doctorado luego se hace muy larga la carrera académica. Cuando eres profesor titular pasaron un montón de años", sostiene la joven, "aunque son muchos los profesores que dedican una parte importante de su tiempo a investigación".

De su vida de estudiantes, sin distinción de sexo, lamentan que se valore más el expediente académico que su capacidad para resolver problemas, que es lo que se exige al ingeniero en la práctica profesional. "El sistema está muy anticuado, lo que hacemos en el laboratorio no lo verás jamás en tu puesto de trabajo", se queja Marina Alonso, quien coincide con sus compañeras, que a la hora de formar equipos es mucho más fácil lidiar con ellos que con ellas. "Nosotras somos más competitivas", reconocen entre risas, "pero los profesores dicen que somos más constantes y trabajadoras". Carlota Llano insta a quienes todavía les echa para atrás una carrera STEM que no se lo piensen dos veces. Ellas ya han visto las ventajas. "La ingeniería no es un trabajo individualista, ves avanzar todo el proyecto en grupo", sentencian.

"La mitad del talento es femenino, seria lo ideal que hubiera más mujeres en la ingeniería", afirma Laura Presa, gijonesa de 22 años, en su último curso de los estudios de ingeniería química industrial, quien reconoce que todavía existe cierta reticencia a la presencia de las chicas en su disciplina. "Cuando vas a reuniones al colegio profesional es todo muy masculino", indica. Nadie en su familia había estudiado una ingeniería. Su madre, formada como economista, le estuvo diciendo hasta el último segundo que aún estaba a tiempo de cambiarse de carrera. Hoy son ella y su hermana, que optó por telecomunicación, las que continúan engrosando la larga lista de talento femenino a la ingeniería en Asturias. "Lo recomiendo a todo el mundo, cuando lo elegí no lo tenía tan claro, tenía dudas entre la ingeniería química pura y la industrial", explica Presa, satisfecha con su elección. Y deja bien clara una premisa: "Sí es cierto que los ingenieros van a cambiar el mundo". Ella, a su manera, así lo está haciendo. Este curso ha ejercido como mentora de alumnas de cursos inferiores. Todo, dice, "para que se vea la ingeniería con mejores ojos y la conozcan".

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