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La guía secreta de Asturias

Una joya de piedra en Trescares

El hermoso puente La Vidre y el río Cares sobre el que se construyó se llevan todas las miradas de cuantos los descubren en su viaje por Peñamellera Alta

Vsta del río desde el puente. ANA PAZ PAREDES

Hay ocasiones en que el paisaje nos premia con un impresionante compañero de viaje. Eso sucede, por ejemplo, cuando quien nos invita a detener el paso, y gozar con su contemplación, es el río Cares y su siempre impresionante color esmeralda. Y es que, buena parte de la carretera que atraviesa el concejo de Peñamellera Alta, discurre paralela al propio río. Lo cierto es que, se mire donde se mire, la riqueza paisajística y natural de este concejo seduce de inmediato a quienes nunca se cansan de mirarlo por más que se recorra. Todo ello es normal y lógico si se tiene en cuenta que tanto el paisaje protegido de la sierra del Cuera como los Picos de Europa y este río forman parte de la identidad de esta tierra del oriente asturiano.

También es satisfactorio que, al tiempo que se disfruta de la Naturaleza, podamos disfrutar de los restos históricos que la pueblan y que, a los que tienen imaginación, les permiten retrotraerse a un pasado muy lejano. Eso es lo que sucede cuando detenemos el vehículo ante el anuncio, a un lado de la carretera, y muy cerca de Trescares, del puente de La Vidre, sin duda una auténtica joya en piedra de la que pueden presumir no solo los naturales de Peñamellera Alta, sino también todos los asturianos.

Hay varias formas de mirar el puente, y todas buenas. También hay que pisarlo, tocarlo, asomarse al río desde ambos lados, cruzarlo y volver para, después, bajar a su orilla para sorprenderse de lo hermoso que sigue siendo después de tantos siglos; una imagen en que las aguas cristalinas y esmeralda del Cares, en un atardecer de sol, aún lo dotan de mayor belleza. Eso y también la primavera, que empieza a vestir de muchos verdes el entorno mientras disfrutamos escuchando el rumor del río, camino del mar.

A decir de los expertos en su origen se dice que este puente formaba parte de una importante calzada romana que remonta los ríos Cares y Deva, siendo en este caso un ramal de la históricamente conocida Vía Marítima de Agripa. Con posterioridad se hizo sobre él una reconstrucción bajomedieval, momento en el que está datado. De un solo arco, tiene bóveda de sillar. El arco, ligeramente apuntado, indica que se trata de una obra medieval. El puente asienta los arranques de su único ojo en dos crestones de roca caliza. El arco, a su vez, cuenta con dovelas radiales.

Este bello puente medieval, después de tantos siglos, sigue cumpliendo su función; como bien saben los vecinos de la zona, ganaderos, senderistas y montañeros, por él se va hasta el colladu y la majada de Trespandiu, tras pasar por la garganta del río Rubó y Sobreviña.

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