La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cuando te comen el frío y la soledad en los refugios de montaña asturianos

Los guardas de los refugios del Urriellu y Brañagallones relatan cómo transcurren sus días en medio de la nieve

Una vista de Brañagallones

Pasan días y días solos rodeados de nieve, a veces incluso semanas sin ver a nadie. Si el tiempo lo permite, pueden hacer rutas, con raquetas, o esquíes, pero son muchas las horas que deben permanecer resguardados de las ventiscas y bajas temperaturas. Son los guardas de refugios y albergues de montaña, que viven estos días dedicados a labores de mantenimiento y conservación de las instalaciones preparándolas para cuando llegue el buen tiempo y empiecen a llegar los visitantes.

Íñigo Garmilla es uno de los guardas del refugio del Urriellu (Picos de Europa), junto con Tomás Fernández y Sergio González. Por turnos de 10 días -porque uno de ellos está de baja laboral-, desde el pasado 15 de marzo suben a 1.960 metros de altitud para empezar a preparar las instalaciones situadas en la falda del Pico Urriellu y "por si llega algún despistado perdido en el mal tiempo", asegura.

"Estas semanas, hasta mediados de mayo más o menos, son la peor época porque prácticamente no hay gente, estás solo y muchas veces no puedes ni salir del refugio. Se hace duro", cuenta Garmilla. Así que para aguantar se establece una rutina diaria que procura seguir a rajatabla si nieva: levantarse, desayunar, "limpiar sobre limpio" en la zona de guardería "para pasar el rato" y luego cocinar. Ya por la tarde, leer, ver la televisión "si el viento no mueve la antena y se pierde la señal, como estos días", y escuchar la radio. "Hoy -por ayer- hice la colada a mano, porque la energía es de luz solar y estos días se acumuló poca, así que no puedo poner la lavadora. Pero ya pasé un rato largo lavando", se ríe.

Si hace buen tiempo, "es mucho mejor, porque puedes salir y hacer tareas de palear nieve de las ventanas para que entre claridad, y de la puerta para tener limpio el acceso. También tareas de mantenimiento, pintura, reparaciones de desperfectos del invierno... Hay mucho que hacer", asegura.

¿Lo peor? "Estar tantos días alejados de la familia y a veces pensar que si te pasa algo no pueden ni venir a buscarte, porque no puede ni entrar el helicóptero. Pero ya sabemos que es así", afirma Garmilla.

José Manuel Prado es el responsable y residente permanente del refugio de Brañagallones, situado en el Parque Natural de Redes, a 1.240 metros de altitud. "Este año el invierno fue muy suave, y las nevadas de estos días, nada. El año pasado sí que fue difícil. Estuvimos cuatro meses incomunicados, y yo estuve 23 días solo en febrero", relata.

Pero no pasa nada. "La clave está en estar a gusto con el entorno y sentirte parte de él. Y entonces los días se pasan muy rápido porque hay mucho que hacer, muchas tareas de mantenimiento y reparaciones. Y es muy importante hacer el esfuerzo de salir aunque haga mal tiempo para no entrar en estado de hibernación, porque cuando hace mal tiempo te come el frío, la nieve y la soledad", asevera Prado.

Son los guardas de los refugios, los vigilantes de la nieve.

Compartir el artículo

stats