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MARGARET MACMILLAN | Historiadora de la Universidad de Oxford, aborda la I Guerra Mundial

"Hoy veo ciertas similitudes con 1914"

"Crecen el populismo y el nacionalismo y aparecen líderes que defienden la confrontación"

Margaret MacMillan. ALEJANDRO AMADOR

Bisnieta de Lloyd George, primer ministro de Gran Bretaña y uno de los firmantes del Tratado de Versalles, Margaret MacMillan (Toronto, 1943) no se deja influir por los sesgados recuerdos familiares y apela a la historia para analizar los motivos que llevaron a Europa a la guerra en 1914, un momento, asegura, con ciertas similitudes al actual, tales como el auge de los populismos y nacionalismos liderados por políticos poco dispuestos al diálogo y proclives al enfrentamiento para resolver los problemas. Su condición de canadiense la lleva a Quebec al analizar el problema catalán, mientras que considera el "Brexit" como el resultado de la nostalgia por un país que nunca existió. Historiadora de la Universidad de Oxford y autora de "1914: de la paz a la guerra" (Truner) responde a las preguntas de Epipress en la Fundación Ramón Areces, adonde vino a hablar del tratado firmado por su bisabuelo que tanta humillación produjo entre los alemanes.

-Señora MacMillan, ¿tan humillante fue para los alemanes el Tratado de Versalles de 1919, firmado después del armisticio, que puso fin a la I Guerra Mundial?

-No lo fue tanto como el firmado tras la II Guerra Mundial, cuando dividieron Alemania y fue ocupada, pero es cierto que en 1919 los alemanes se sintieron profundamente humillados. Ni sentían que habían perdido la guerra ni mucho menos que la hubiesen comenzado, así que se resistían a pagar cualquier tipo de penalización y se revolvieron cuando les quitaron las colonias e incluso partes de su propio país.

-El artículo 231 imponía a los alemanes la exclusiva responsabilidad de haber iniciado la guerra. ¿Era una exageración?

-En aquel momento el mundo sí creía que Alemania había comenzado la guerra. En 1914 los alemanes habían invadido Bélgica y Francia, países con los que no estaban en conflicto. Ese artículo culpaba básicamente a los alemanes y fue escrito por un joven abogado norteamericano, John Foster Dulles, que en los años cincuenta llegó a ser secretario de Estado con Eisenhower como presidente para armar legalmente las indemnizaciones de reparación que se iban a exigir a Alemania.

-Nada menos que 33.000 millones de dólares, una cantidad enorme que lastraba el futuro de Alemania.

-Los aliados siempre supieron que Alemania no iba a pagar las indemnizaciones que les exigían, pero no lo podían decir a sus ciudadanos. Alemania nunca pagó.

-¿Por qué en esas condiciones de precariedad y humillación no llegó a prender una revolución como la que ya había triunfado en Rusia?

-Alemania siempre tuvo una sociedad más estable que la rusa y al final los militares prefirieron apoyar a la república de Weimar. No había ningún tipo de espíritu revolucionario entre los alemanes, que tampoco estaban tan desesperados como los rusos.

-¿Cómo prosperó en ese ambiente de frustración el nacionalsocialismo que acabó llevando a Adolf Hitler al poder?

-El Tratado de Versalles fue un mazazo para los alemanes, a los que Hitler prometió romper el yugo de las exigencias de esa declaración que todos consideraban injusta.

-¿Por qué sitúa usted en 1914 el origen también de la II Guerra Mundial?

-Porque las heridas de la I Guerra Mundial se cerraron en falso y eso hizo posible la continuación de un conflicto europeo no resuelto en el Tratado de Versalles que se reavivó en 1939.

-¿Tiene algo que ver nuestro mundo de hoy con el de 1914?

-Veo ciertas similitudes en el crecimiento del populismo, el nacionalismo y las tensiones nacionales que se dan en varios países. Me preocupan además los líderes que como en 1914 piensan en la confrontación para resolver los problemas.

-¿Qué más le preocupa de la actualidad mundial?

-La abdicación de Estados Unidos de su papel hegemónico en el mundo. Eso ha traído algunos problemas, pero ha dado una estabilidad mundial que ahora se tambalea. Es preocupante también la debilidad de las instituciones internacionales y que haya países que sin disimulo no acatan las reglas, como Rusia.

-¿Le han ayudado a conocer los entresijos del Tratado de Versalles los recuerdos familiares y los documentos de su bisabuelo, el primer ministro británico Lloyd George, uno de sus firmantes?

-Nunca le conocí porque murió un año después de haber nacido yo. Mi familia, por supuesto, me ha hablado de él de forma sesgada, pero por lo que estudié creo que fue un gran negociador en cuestiones nacionales e internacionales, excepto en asuntos relacionadas con Oriente Medio, donde se comportó como un imperialista más.

-Si la historia es una ciencia. ¿Por qué está tan manipulada?

-Es una ciencia en el sentido de que se apoya en pruebas, pero es también una de las humanidades porque esas pruebas requieren de interpretación.

-Prevalece casi siempre la interpretación los vencedores.

-Muy a menudo es así, pero algunas veces son los perdedores los que dan su versión para justificar acciones posteriores. Los alemanes consiguieron convencer a la gente tras la I Guerra Mundial de que les habían tratado injustamente.

-Aplicando el título de uno de sus libros, ¿qué usos y abusos de la historia le parecen más escandalosos en estos momentos?

-Hay muchos, pero me escandaliza especialmente la postura de Viktor Orbán que ahora dice que Hungría siempre ha sido cristiana y se olvida de los miles de judíos que tenía. Los chinos también son inquietantes.

-¿En qué sentido?

-Hablan de humillación por la guerra del opio que acabó en 1842 para ensalzar la victoria del comunismo en 1949. Usan ese sentido de humillación como excusa para reclamar muchos de los territorios en el mar del sur de China.

-¿Cómo ha sido utilizada la historia en su país de residencia para llegar al "Brexit"?

-Ha sido usada muy bien por los que querían salir de Europa apelando a la nostalgia de una Gran Bretaña que nunca había existido. Hablaron de la batalla de Dunkerque como un momento en el que Gran Bretaña tuvo que luchar sola.

-Una falsedad, claro.

-Por supuesto. Como canadiense me siento ofendida ante tales mentiras porque fueron muchos los soldados de mi país, como de muchos otros, los que apoyaron a las tropas británicas.

-¿Qué futuro le ve a la Unión Europa sin Gran Bretaña?

-Estará más debilitada y sobre todo en asuntos de cooperación, defensa e inteligencia. Será más complicado enfrentarse al crimen organizado.

-¿Cómo afectará el "Brexit" a los británicos?

-Económicamente perderá. Subirán las tensiones con los escoceses y habrá problemas con Irlanda del Norte. El panorama que se avecina no es nada halagüeño.

-¿Con qué interés sigue usted el juicio que se está celebrando contra los dirigentes políticos secesionistas catalanes por la celebración de un referéndum ilegal?

-Como canadiense estoy muy interesada en estos temas y creo que el Gobierno de Mariano Rajoy lo hizo tan mal que ha convertido a estos políticos en mártires.

-¿Qué debió hacer entonces Rajoy?

-Negociar como hicimos nosotros con Quebec.

-¿Cómo evoluciona la reacción contra la globalización que ya apuntó usted en 2014?

-Generando cada día que pasa más populismos. Era algo que no esperábamos, pero los partidos políticos tradicionales no supieron estar a la altura de las circunstancias ni dar soluciones a las quejas que plantea la sociedad que encuentra refugio ahora en esos partidos radicales.

-Como estudiosa de la persuasión y el arte de liderazgo. ¿Qué nivel tienen nuestros actuales dirigentes políticos en todo el mundo?

-Malísimo.

-¿A cuáles de ellos admira usted?

-La única que se salva es Angela Merkel y está a un paso de la jubilación. Me gustaba hasta hace poco Justin Trudeau, pero parece que ya no es digno de admiración.

-¿Sabían lo que querían personajes que han cometido tantas atrocid ades en poder como Hitler y Stalin?

-Sí. Hitler quería implantar la raza aria, y Stalin, el socialismo. Otra cosa es qué métodos usaron para sus propósitos.

-¿Quién le preocupa más Putin o Trump?

-Trump. A Putin se le ve venir, pero Trump es impredecible y no muestra el menor respeto ni por las instituciones ni por la ley.

-Usted elogia al presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt porque, aunque era terco, sabía echar el freno a tiempo. ¿Quienes deberían imitarle hoy?

-Theresa May. Ha sido tan inflexible como Rajoy.

-En España existe una fuerte polémica porque el Gobierno quiere exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos. ¿Le parece a usted correcto o preferiría mantener el monumento como está explicando su significado?

-Yo soy más partidaria de mantener los monumentos explicando siempre lo que significan y su historia.

-¿Qué importancia le da usted al pasado imperial español, mucho menos depredador que el inglés, según los expertos?

-No hay imperialismos mejores o peores, sobre todo para los que son invadidos. Obviamente dejaron una herencia cultural en los países conquistados, pero al final España acabó en bancarrota.

-¿Hasta qué punto la leyenda negra española ha sido instigada históricamente desde Inglaterra?

-Todos hacemos leyendas negras de nuestros enemigos.

-Esa campaña inglesa ha tenido tanto éxito que tiene acomplejados a muchos españoles por su pasado imperial. ¿Qué opina al respecto?

-Pasa lo mismo ahora en Inglaterra y en Bélgica, donde empiezan a arrepentirse de las atrocidades cometidas en el Congo.

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