Pilar Álvarez Rodríguez, al frente de la céntrica sidrería gijonesa El Restallu, llegó al mundo de la sidra hace ya dos décadas. Y lo hizo para quedarse porque descubrió algo que le parece "impresionante"; un ritual que hay que mantener, proteger y también potenciar por su valía. "Vengo de tierra de vino, de Cangas del Narcea, pero hace ya más de veinte años que comencé a conocer la cultura de la sidra y a interesarme por ella", explica la hostelera gijonesa. A su juicio, "la sidra es una cultura, algo tan bonito y tan nuestro que se hace imprescindible que se considere Patrimonio Inmaterial de la Humanidad". "Nuestros políticos deberían cuidarlo todo mucho, dedicarle más atención porque creo que no lo hacemos lo suficiente", relata Pilar Álvarez, para quien "la cultura del escanciado es un espectáculo tan bonito que supone un auténtico orgullo para todos los asturianos".
