La sección segunda de la Audiencia ha revisado esta mañana la absolución de tres menores de Llanes que llamaron "sindi, calva y sidosa" a una compañera y que supuestamente dejaron pintadas vejatorias en la pista de skate de la localidad del Oriente. La jueza de Menores las absolvió al entender que ese comportamiento no podía calificarse de acoso, y que no había atentado contra la integridad moral de la víctima. Los insultos, que los hubo, están despenalizados. La madre de la menor, Rosalía Otero, ha sido contundente al final de la vista: "No tienen vidas para pagar lo hicieron. Se ha cometido una injusticia con mi hija, y algo así debe tener un reproche, no se puede trivializar el acoso escolar, porque luego vienen las desgracias y nos extrañamos de un chico se suicide".

En la vista, la defensa de las tres menores ha tratado en todo momento de quitar hierro al asunto. Ellas aseguraron que eran otras chicas las que insultaban a la adolescente acosada. La víctima, dijo su letrado defensor, no se vio afectada por los insultos, ya que ha continuado con sus estudios sin problemas. Además, sostiene que los problemas psicológicos que sufrió venían de atrás. En todo momento trató de restar importancia a los hechos: todo fue fruto de un enfrentamiento entre antiguas amigas. No hay pruebas, según él, de que las acusadas hiciesen las pintadas que aparecieron en la pista de skate, pese a que en el juicio en el Juzgado de Menores se presentó un testigo que sí las había visto con un espray. Los profesores del instituto de Llanes no observaron acoso alguno. Si hubo insultos, no son delictivos. El letrado acusó a la madre de haberse dirigido a los medios de comunicación para ventilar el caso, algo que no es cierto. Incluso le achacaron que quería beneficiarse económicamente con este asunto, ya que pide 3.000 euros de indemnización.

Pero la madre de la víctima, cuyos intereses defiende la letrada Belén González González, niega la mayor. "Tiene que haber una multa, aunque sea simbólica para que quede claro el daño que hicieron. En caso de nos concedan las indemnización, la cederé a Cáritas, organización con la que colaboro", ha dicho esta mañana. Que hubo acoso, dijo, lo prueba el hecho de que una de las acusadas se dirigiera indirectamente a su hija para pedir perdón por el daño que le habían hecho. Porque daño, asegura, sí hubo. "La llamaban 'sindi' porque tiene una enfermedad congénita que le impide tener 16 piezas dentales. Es como si se ríen de alguien porque le falta una pierna", dijo la madre. "Cada vez que se las encontraba por Llanes tenía que cambiar de acera, pero la seguían insultando. En una ocasión, una de ellas, que es mucho más grande que mi hija, la acogotó físicamente", relata. "Lo conté a las madres y me dijeron que era cosa de críos. Lejos de reprender a sus hijas, dejaron de hablarme", recuerda. Las pintadas eran especialmente dañinas: "Sindi la chupa sin dientes", y al lado, su dirección de Instagram.

A día de hoy, aún sigue cierto grado de acoso. "Cuando ven a mi hija, se ríen y tratan de avergonzarla", asegura la madre. De hecho, esta mañana, las menores se mostraban muy ufanas a la salida de la vista de apelación, ya más relajadas. "Nada de risas ahí dentro", les habían advertido antes de entrar en la sala. Aunque dentro, la magistrada presidente ha tenido que corregir la manera en la que estaban sentadas, poco apropiada para la comparecencia en un tribunal. El asunto quedó visto para sentencia, que llegará en una semana.

Alguna de las menores juzgadas estaba en el grupo de whatsapp "Niñas suicidas", con nicks asociados a trastornos como la anorexia o la depresión. En él mostraban las autolesiones que se producían en los brazos y las muñecas.