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Osos, lobos y bisontes: así es Chernóbil, según el asturiano que estudia su fauna

Germán Orizaola viajará en dos semanas a la central nuclear, hoy una "reserva natural de primer orden" mayor que todo el centro de Asturias

Germán Orizaola. LNE

Treinta y tres años después del mayor accidenteY hasta osos. La central ucraniana se ha convertido en una "reserva natural de primer orden", según asegura el asturiano que estudia su fauna desde hace cuatro años. El biólogo Germán Orizaola, investigador del grupo de Radioecología de la Universidad de Oviedo, viajará dentro de dos semanas, junto a un equipo europeo, hasta Chernóbil para seguir analizando su biodiversidad. Hasta ahora, las conclusiones son fundamentalmente dos: la zona de exclusión alberga un gran número de animales y plantas, y sus poblaciones no sufren, en general, los efectos negativos de la radiación. "Pudieron sufrirlos en las primeras semanas, pero luego no fue tan dañina para ellos y lograron crecer y expandirse por un área mayor que todo el centro de Asturias libre de humanos", subraya Orizaola.

Dentro de Chernóbil, el zoólogo asturiano ha centrado sus esfuerzos investigadores en los anfibios, cuyas poblaciones son "espectaculares" incluso en las áreas de mayor contaminación radiactiva. "He estado metido en el agua a escasos dos kilómetros de la chimenea del reactor y allí es donde hay mayor número de anfibios", afirma Orizaola, que en el próximo viaje investigará sobre otras especies, como topillos, caballos salvajes, bacterias u osos. Plantígrados ya han sido avistados cinco y la población "está creciendo". "Llegaron hace cuatro años, creemos que procedentes de Rusia; hacía cien que no se veían por allí", explica. En una zona donde antes vivían unas 350.000 personas, ahora sólo hay bosques y ríos. La ausencia de presencia humana ha permitido también que el lobo haya conquistado Chernóbil, "con entre 300 y 400 ejemplares". Sólo de aves existen más de 200 especies.

La próxima visita del asturiano a la central nuclear durará aproximadamente dos semanas. En este tiempo, el equipo científico recogerá muestras para analizar en un laboratorio ubicado en la deshabitada ciudad ucraniana. En verdad, la radiactividad a la que estará expuesto -entre 100 y 120 sieverts- no será mayor a la que genera un escáner de hospital -1.000 o 2.000 sieverts-. "Para ver los osos utilizamos fototrampeo porque son todavía pocos, pero el resto de animales los ves fácilmente moviéndote por allí. Yo he visto de todo", asegura este investigador de 43 años, que tras más de una década fuera de España -en la Universidad de Uppsala, en Suecia-, consiguió volver a las aulas de Oviedo en junio de 2018 gracias a un contrato "Ramón y Cajal".

En el caso de los anfibios, los investigadores han encontrado indicios de respuestas adaptativas frente a la radiación, como cambios en la coloración de las ranas. Las ranas de la zona de exclusión son más oscuras, lo que podría protegerlas de las emisiones. En la expedición de este mes participarán, además del asturiano, expertos de los institutos de radioprotección de Francia y de Bélgica, y de las universidades de Uppsala y de Salford, en Manchester. "El proyecto no tiene fin, estamos continuamente investigando", concluye Germán Orizaola.

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