Vaya por delante que albergo poca esperanza en que estas líneas sean escuchadas. Entiendan este artículo como una carta a los Reyes Magos escrita en pleno mes de mayo. Soy parraguesa empedernida, asturiana de corazón y londinense por inercia/obligación. Una juntaletras -a la sazón periodista- reconvertida en profesora de español. Entenderán que la primera petición de una emigrante es que Asturias se abra al mundo. Necesitamos más conexiones aéreas internacionales, pero también equipos que canalicen, asesoren y representen los intereses del empresariado regional en ciudades como Londres, París, Berlín, Washington, Pekín o Abu Dabi. Un departamento que dé salida a nuestros productos y servicios. Me gustaría que se apostara por las nuevas tecnologías atrayendo a multinacionales con ventajas fiscales y apostando por los emprendedores, creadores de aplicaciones, softwares y canales intermediarios. Quiero que los asturianos en la diáspora seamos escuchados. Somos médicos, profesores, camareros, economistas... Gente que conoce la realidad de países que funcionan, en la mayoría de los casos con más formación que los propios políticos españoles. ¿Nadie se ha planteado preguntar a la emigración cómo organizan el sistema sanitario y educativo, las prestaciones por desempleo, las pensiones... en sus países de acogida para reconducir este par de desastres llamados Asturias y España? Sueño un presidente valiente, que defienda nuestra ganadería por encima de todo, promoviendo el cooperativismo, el desarrollo de la agricultura ecológica y el sector agroalimentario. Somos el Paraíso Natural y sin ganaderos, Asturias no sería más que un matorral.
