Carlos López Otín, el científico más prestigioso de Asturias, volverá a firmar "en pocas semanas" una investigación "excepcional" sobre el metagenoma que permitirá comprender muchas de las enfermedades existentes. El trabajo se centrará en la disbiosis, que es la pérdida de microbiota o flora intestinal como consecuencia de la interacción del hombre con su ambiente. Así lo anunció ayer el catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Oviedo en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, a donde regresó para presentar su exitoso libro "La vida en cuatro letras", que escribió el pasado año en un estado de profunda depresión. "Entré en un eclipse astronómico, conocí el lado oscuro de la vida", confesó el profesor ante un salón, de nuevo, abarrotado. Otín deja atrás la oscuridad y ya camina hacia la luz.

El prestigioso investigador fue presentado, como en el acto del 22 de abril en el Club Prensa Asturiana, por María Manzaneque, bióloga y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Amputados de España (Andade). Sentados en primera fila estuvieron el Rector Santiago García Granda y los vicerrectores de Investigación, José Ramón Obeso, y de Estudiantes, Elisa Miguélez. Otín les agradeció "infinitamente" su presencia, porque, dijo, "la Universidad es lo más importante para mí". Por ella, de hecho, ha renunciado a ofertas de otras instituciones académicas y eso a pesar de que fue en Oviedo donde sintió que la mente le "estallaba en mil pedazos". Sucedió en junio de 2018 cuando una sorprendente infección obligó a sacrificar 6.000 ratones de laboratorio, claves en sus estudios. "Desaparecieron todos. Era una galería de ratones asturianos, que ayudaron a descubrir, tratar y, en algunos casos, hasta curar enfermedades. Fue nuestra mejor contribución global al progreso de la ciencia y la medicina". Ahí empezó su "eclipse astronómico", el que le llevó a "sentarse a pensar", a aislarse de su mundo en Mallorca y a escribir "La vida en cuatro letras" -que son A de adenina, C de citosina, G de guanina y T de timina- durante 28 frenéticos días y noches.

"Es un libro de viajes", resumió. El primero lo emprendió "para tratar de reafirmar los principios de la vida", en el segundo llegó "al centro de la enfermedad", y el tercero para entender "por qué una mente preparada para el optimismo acaba sin ganas de vivir". Por eso, añadió, "seré muy feliz el día que vea mi libro colocado en una estantería de viajes". Para el bioquímico, las tres claves de la vida son, por este orden: sobrevivir, conseguir un propósito y la felicidad. Esta última "es la más difícil de conseguir, pese a ser la más fácil de pronunciar y de vender". Ya lo decía Abderramán III: la felicidad dura catorce días. No un día, pero sí un momento feliz fue el que le regaló un niño de 7 años en una de sus recientes charlas. "Me trajo mi libro dedicado por él mismo. 'Gracias por intentarlo', me escribió", contó conmovido.

"La vida en cuatro letras", dijo, "debería corregirse". Porque en este último mes se ha dado cuenta de otra vulnerabilidad del hombre: la hipersensibilidad. Las otras dos son, en su opinión, la entropía y la ignorancia. El catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Oviedo reflexionó durante su ponencia sobre el progreso tecnológico y la llegada del homo sapiens 2.0, "que según la revista Times se producirá en 2045". Frente a las máquinas, Otín propone crear un "grupo de resistencia", que llama "homo sapiens sentiens" para "demostrar que hay formas diferentes de vivir": "Seremos pocos, pero las máquinas nos mirarán con nostalgia". El investigador señaló que el futuro de la ciencia pasará por descifrar genomas -"hay pocos en España y aunque les parezca mentira la mayoría están en Asturias"-, reprogramar células para crear modelos de cada enfermedad y editar genes.

Tras su charla, que se alargó durante casi dos horas, Otín estuvo dos más firmando libros sin perder la sonrisa que ha recobrado.