El político que me represente, entre otras cosas, debería de ser honrado, trabajador y consciente de que gran parte de la población no reconocerá todo su esfuerzo, trabajo y entrega. Deberá ser pertinaz en la comunicación de los logros y dificultades en las que nos encontramos.
Que "no todos los políticos son iguales", muchos son vocacionales y desean una sociedad más justa para todos. Que las libertades democráticas son un derecho que nadie nos ha regalado, que debemos estar atentos y trabajar por ellas todos los días de nuestra vida.
Que no deberíamos tener más de un dos por ciento de la población desocupada y sin protección. Que existen recursos suficientes para solucionar los problemas de la Humanidad, respetando las lenguas y cultura diferenciadas, (siempre desde la igualdad de sexo o clase social).
Que por encima del Ibex, existe la utopía de creer en la igualdad de los pueblos, en el amor al planeta y a todos los habitantes que lo ocupan.
¡Que sea valiente y nos convoque para lograrlo!