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Condena de 1,5 millones por el daño a un bebé en un parto realizado sin ginecólogo

La niña, alumbrada en el Hospital de Cabueñes sin que el médico fuera siquiera avisado, sufrió una falta de oxígeno con secuelas "devastadoras"

Hospital de Cabueñes (Gijón). ÁNGEL GONZÁLEZ

El parto presentaba anomalías evidentes, pese a lo cual sólo intervino una matrona, nadie avisó al ginecólogo de guardia y no fue realizada una cesárea que era imprescindible y hubiera evitado la catástrofe. La niña nació con graves lesiones neurológicas que la acompañarán de por vida. Y, ahora, un juez ha determinado que los daños y perjuicios sufridos por la pequeña y sus padres han de ser indemnizados con 1,5 millones de euros.

Esta negligencia tuvo como escenario el Hospital de Cabueñes (Gijón) en octubre de 2015. La demanda de la familia gijonesa perjudicada fue dirigida contra la aseguradora del Servicio de Salud del Principado (Sespa). La cuantía de la indemnización coincide con la solicitada por los recurrentes y también con el tope que la póliza de Zurich establece para siniestros en la sanidad pública regional. Los 1,5 millones se distribuyen del siguiente modo: 1 millón para la niña, 346.000 euros para la madre y 154.000 euros para el padre. A esta cifra habrá que sumarle intereses y costas.

La sentencia fue dictada el pasado día 7 por el Juzgado de Primera Instancia número 1 de Oviedo. Puede ser recurrida ante la Audiencia Provincial de Asturias. Los padres de la pequeña estuvieron asistidos por el abogado Julio César Galán Cortés.

El parto se desarrolló el 9 de octubre de 2015, a primera hora de la tarde. Era viernes, y víspera de un fin de semana largo, pues el lunes era día 12, fiesta de la Virgen del Pilar. El personal sanitario de Cabueñes no se percató de los signos problemáticos que presentaba el proceso ya desde antes del alumbramiento. Por eso ni siquiera hicieron ademán de avisar a un ginecólogo.

La matrona no fue capaz de detectar la hipoxia (falta de oxígeno) que estaba sufriendo la niña, que quedaba reflejada en el registro cardiotocográfico y que se verificó después en los elevados índices de ácido láctico obtenidos desde los primeros análisis que le fueron practicados. Estaba sufriendo una encefalopatía hipóxico-isquémica.

A juicio del perito que elaboró un informe por orden del juez, "de haberse utilizado tanto los recursos humanos disponibles como los medios diagnósticos adecuados (determinación del pH fetal)", que están al alcance de la mano, "en base a la información obtenida se hubiera podido actuar a tiempo, realizando una cesárea con el resultado esperable de una recién nacida sin patologías". En consecuencia, concluye el perito judicial, la actuación de los sanitarios "se aleja de la correcta lex artis, con resultado de daños que no tenían por qué haber soportado ni la madre ni la recién nacida".

El magistrado, Luis Cuadrado Fernández, hace suyos estos razonamientos, que vienen a coincidir con los del perito de los demandantes. Este último asevera que una matrona no está facultada para atender por sí sola un "parto anormal" como era éste, y que la matrona que aquí intervino no se apercibió de que el parto formaba parte de esta categoría ("no normal") que excede su competencia.

Perjuicios a los padres

La recién nacida fue trasladada al martes siguiente al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), y más tarde fue ingresada en el área de Neurología del Hospital San Juan de Dios, de Barcelona. Además, algunas muestras fueron enviadas para analizar al Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS). Nada se pudo hacer por mitigar "las devastadoras minusvalías" que -en palabras del juez- padece la niña, que este próximo octubre cumplirá cuatro años.

Sus padres también son víctimas de la situación. Su madre dio a luz con 23 años. Según la sentencia, "presenta desde principios de 2016 un cuadro depresivo crónico" y "una vida completamente centrada en la atención a su hija", carente de cualquier ingrediente lúdico. Entre tanto, su padre sufre una depresión "algo más leve que la de la madre", combinada con "una crisis de angustia".

Según ha podido saber este periódico, los protocolos del Sespa indican que los partos que no presentan ninguna complicación pueden ser asistidos por matronas, pero en todos los hospitales hay un obstetra en guardia de presencia física, a escasos metros del paritorio, que debe ser llamado ante la mínima dificultad. Esta pauta fue totalmente incumplida en este parto, que no era normal.

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