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Doce meses de un crimen que mantuvo en vilo a la región

El inductor del asesinato de Ardines, con los etarras arrepentidos en Nanclares

Al año de la muerte del edil, y al demorarse la entrega por Suiza de uno de los sicarios, trasladan a Nieva a la cárcel vasca por vinculación familiar

Pedro Luis Nieva y Javier Ardines, en la época en la que eran uña y carne.

Pedro Luis Nieva, el presunto inductor del asesinato del concejal de IU de Llanes Javier Ardines -del que se cumple hoy justo un año-, ingresó la semana pasada en la prisión de Nanclares de Oca (Álava), con el fin de estar más cerca de su familia. Instituciones Penitenciarias le ha concedido este acercamiento ante el retraso por parte de Suiza en la entrega de Maamar Kelii, el argelino implicado en el crimen, que se encuentra cumpliendo sentencia en la república alpina, tras haber escapado de España el pasado mes de enero. El vizcaíno, que habría contratado el asesinato de Ardines al saber que éste mantenía una relación de treinta años con su mujer, prima a su vez de la esposa del concejal, está ingresado en el módulo 8 de Nanclares, denominado de respeto, donde comparte espacio con etarras arrepentidos y en proceso de excarcelación.

El mes pasado, Instituciones Penitenciarias accedió a su traslado de la prisión de Asturias, en la que ingresó en la madrugada del pasado 22 de febrero. Sin embargo, fue trasladado a la cárcel de Segovia, posiblemente debido a una confusión. Allí permaneció por espacio de unos quince días y la semana pasada fue de nuevo trasladado a Nanclares. Pedro Luis Nieva no está sometido a medidas de seguridad especiales. Su única intención es estar cerca de sus dos hijos y de su mujer, con la que al parecer sigue manteniendo relación a pesar de lo ocurrido. Por otro lado, Nieva tiene pendientes dos procesos por tráfico de marihuana, en relación a dos plantaciones desmanteladas en Bilbao y Villarcayo (Burgos), cuya instalación eléctrica habría preparado.

Un año del crimen

Hoy se cumple un año del crimen que mantuvo en vilo a la región y que la Guardia Civil parece haber aclarado en sus más mínimos detalles. El 16 de agosto de 2018, en torno a las ocho de la mañana, fue encontrado el cadáver del concejal Javier Ardines en un camino de Belmonte de Pría, donde residía con su mujer. Ardines había salido de su casa a las seis de la mañana, con el fin de encontrarse con una amiga con la que había quedado para hacer unas fotos de la costa llanisca. Los asesinos colocaron unas vallas en mitad del camino para obligarle a salir del vehículo, una Citroën Berlingo. Fue entonces cuando le atacaron por la espalda, rociándole con gas pimienta. Ardines trató de escapar, pero le hicieron caer y le propinaron varios golpes con un objeto romo, un bate de béisbol, para luego estrangularlo.

Se iniciaba así una investigación por un lado fácil, pero por otro extremadamente compleja. La Guardia Civil dirigió su atención casi desde el primer momento -concretamente desde el 3 de septiembre- hacia Pedro Luis Nieva, esposo de la prima de la mujer de Ardines, y una persona que había formado parte de la pandilla habitual del asesinado y que incluso había comprado una segunda residencia muy cerca de la casa del concejal.

En diciembre de 2017, Nieva había descubierto una conversación "picante" entre su mujer y Ardines -dejó grabando un móvil en un restaurante mientras él se iba al baño-, confirmando que mantenían una relación sentimental; de hecho, como luego corroboró la mujer de Nieva ante la Guardia Civil, los encuentros, intermitentes, se remontaban a décadas atrás. Nieva entró en barrena. Pensó en hacer pruebas de ADN a sus dos hijos, al sospechar que no eran suyos, e incluso planeó vigilar a su mujer con cámaras y micrófonos. Incluso remitió la grabación a la esposa de Ardines, provocando un grave conflicto.

Nieva era el sospechoso número uno, pero había un problema: el día del crimen había estado en su casa de Amorebieta (Vizcaya), por lo que no podía haber sido el autor material del crimen. Sin embargo, los agentes descubrieron, tras hacer un seguimiento de su teléfono móvil, que Nieva se había desplazado el 27 de julio a Llanes -21 días antes del crimen-, con una parada previa en el Aeropuerto de Santander. Los investigadores -guiados por la juez de Llanes, cuya labor ha sido muy alabada- sabrían entonces que el vehículo de Nieva había sufrido una avería y se había visto obligado a alquilar un coche en la terminal para desplazarse a Llanes. Los agentes identificaron a la persona titular de uno de los teléfonos que se habían desplazado junto a Nieva a Llanes. Se trataba de la esposa de Jesús Muguruza.

La confesión

Los agentes le interrogaron el pasado 10 de diciembre y éste descubrió el pastel. Aseguró que Nieva le había pedido dar un escarmiento a Ardines, a lo que se negó, aunque en una segunda ocasión le facilitó el contacto de un argelino, Djilali Benatia, quien aceptó llevar a cabo el encargo junto a un "amigo fuerte". Con Benatia se habían desplazado a Llanes para que observase la zona. Nieva le entregó una cantidad de dinero que tenía en su casa de Belmonte.

Los agentes ya solo tuvieron que rastrear el teléfono móvil del argelino para reconstruir sus movimientos en la noche del 15 de agosto y la madrugada del 16 de agosto, que le colocaban en el lugar del crimen, junto a su "amigo fuerte", Maamar Kelii, de la misma nacionalidad. Según confesaría Benatia más tarde, cuando fue detenido el 19 de febrero de este año, fue Kelii quien remató a Ardines. Cobraron 25.000 euros cada uno. Muguruza se llevó 10.000. Tras su detención, Nieva no admitió los hechos. Sí Benatia. Al sentirse acorralado, Kelii huyó el pasado enero a Suiza, donde cometió otro delito, que le mantiene en la cárcel. La jueza de Llanes que lleva el caso ha pedido su entrega temporal, a lo que Suiza se negó hasta que se resuelva su situación en la república helvética.

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