"Es un argayo pequeño, pero nos preocupa", reconoce el alcalde de Castropol, Francisco Javier Vinjoy. Se refiere al último desprendimiento registrado en la zona de La Mirandilla, en pleno corazón de la villa de Castropol y en un punto que lleva una década en el candelero por la inestabilidad del terreno y las quejas de los vecinos más próximos al acantilado.

Esta nueva fana, consecuencia de las últimas lluvias, ha arrastrado maleza y tierra, pero no ha provocado daños en la carretera que discurre paralela a la ría del Eo, la conocida como paseo del Muelle. Sin embargo, el Consistorio ha tomado la decisión de cortarla al tráfico "por precaución". En concreto, se ha cortado hasta nuevo aviso el tramo que va desde la zona del cuartel de la Guardia Civil hasta el muelle de La Punta.

"No se sabe muy bien cómo va a evolucionar el argayo, y como hay anunciadas más lluvias para los próximos días optamos por cortar y estar pendientes de la evolución", explica el regidor castropolense, que el lunes nada más recibir el aviso visitó la zona en compañía de los técnicos. "El derrumbe es fruto de la acumulación de agua ya que es un terreno muy sensible a las lluvias y que se vuelve inestable con el agua", añade el Alcalde.

En esta zona no solo hay peligro por las afecciones a las viviendas, sino por los daños que los materiales desprendidos puedan provocar en la zona del paseo, un espacio muy transitado tanto por los vehículos que acceden al muelle como por los vecinos y turistas, pues es zona habitual de paseo. En el año 2003 el Ayuntamiento de Castropol, con la ayuda económica de los gobiernos central y autonómico, acometió el proyecto de "Estabilización y consolidación del acantilado de Castropol", con una inversión de más de 1,3 millones.

El proyecto pretendía acabar con los históricos desprendimientos en la fachada acantilada de la villa. Sin embargo, una parte del vecindario empezó en 2008 a denunciar problemas y desprendimientos. Se quejaron entonces de deficiencias en la ejecución del proyecto, pues en esta zona del último argayo no se actuó igual que en el resto del terreno y no se colocó la malla de estabilización. Desde entonces está pendiente una solución para este tramo, con periódicos derrumbes.