Cristina Díez Fernández es psicóloga clínica, jefa de la sección de familia del Instituto Asturiano para la Atención Integral a la Infancia dependiente de la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar del Principado de Asturias. La psicóloga participó en la jornada de atención socio-sanitaria de violencia de género en el Hospital San Agustín de Avilés en una mesa redonda titulada "Menores expuestos a violencia de género. Menores víctimas. Su protección y atención".
- La violencia machista no solo afecta a las mujeres, sino también a los menores. ¿En qué medida?
-Los menores han sido hasta ahora víctimas invisibles de la violencia que padecen sus madres. Desde hace pocos años, tras varias investigaciones con los hijos e hijas empezamos a ver cómo impacta esta violencia en todos los ámbitos de sus vidas y en todos los momentos evolutivos. Incluso cuando no han nacido aún; si una mujer está embarazada y está siendo maltratada está afectará al niño que va a nacer porque aumentan los niveles de cortisol y el estrés.
- Entiendo que los problemas afectan a sus relaciones sociales
-Durante la edad preescolar, infancia y la adolescencia vemos que hay un impacto en el ámbito emocional y en manifestaciones de sufrimiento en conductas externalizadas, en las relaciones sociales y académicas. En 2015, hicimos una investigación con adolescentes en Asturias y confirmamos que sufren violencia de género a un nivel de intensidad tan grave como sus madres, lo que les impide llevar a cabo una vida normalizada. No todos los niños y niñas sufren el impacto de la misma forma, hay amortiguadores que minimizan el efecto. Tenían que ver con el tipo de vinculación con sus madres, si era una vinculación segura y una persona que entendiera sus necesidades, y una crianza caracterizada por una mayor comunicación y afectividad. Hay ocasiones que a las madres se les está revictimizando porque a sus hijos les está yendo mal por ser ellas víctimas de violencia.
- Cuando los niños son adultos y crecen en familias donde existe maltrato, ¿suelen reproducir esas conductas?
-Los padres y madres con sus formas de crianza enseñan estratregias para que los menores las pongan en marcha en la edad adulta. Si viven en unas dinámicas de violencia en las que por el hecho de ser hombre puedes imponer y maltratar a una mujer y encontrar tus objetivos. Los hijos recogen ese aprendizaje y esa idea de conceptualización del poder.
- ¿Qué carencias existen de cara a la atención a esos menores víctimas de la violencia machista?
-Personalmente hay que mejorar un conocimiento de sintomatologías o manifestaciones de sufrimiento. Un adolescente que tiene conductas agresivas y se le etiqueta como una conducta antisocial en clase, es necesario hacerle una valoración integral para saber lo que vive en casa, hacer intervenciones de apoyo piscológico siempre que estén en lugar seguro. Hay que construir espacios donde las madres puedan cuidar de sus hijos e hijas. Con esto me refiero a las sentencias.
- ¿Qué sentencias?
-Soy crítica con las sentencias en las que habiendo un condenado por maltrato sea padre o pareja de la madre a la hora de regular las medidas civiles, se regulan como un divorcio al uso, los hijos tienen que ir cada quince días a casa de la persona que les ha maltratado. Tenemos que vigilar los puntos de encuentro en los casos de violencia de género. El que los hijos después de condena vayan a ver a su padre a un punto de encuentro y allí se establezca que es un lugar neutral donde se hable de nada, estamos revictimizando a estos niños.
