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MARUJA DÍAZ GONZÁLEZ DE LENA | Máxima accionista de la empresa asturiana Electra Norte

"Pretendieron comprarnos la empresa varias veces, pero no quisimos: la familia resistió"

"Electra sobrevivió porque todos heredamos el gusto por mantener algo que nos dejaron nuestros antepasados y porque siempre la llevó gente honesta y austera"

Maruja Díaz González de Lena. LUISMA MURIAS

Maruja Díaz González de Lena es la principal accionista de Electra Norte, la única empresa de energía eléctrica que ha sobrevivido en Asturias regida por asturianos. Nacida en Ciaño-Santana (hoy El Entrego) en 1929, conoció la Revolución del 34, la Guerra Civil y la posguerra, y desde que era una adolescente trabajó sin descanso. Entre los 15 y los 25 años, en la tienda familiar que regentaba su padre en su pueblo, y a partir de 1954, en los negocios que su marido, Julio Díaz, llevaba en Candín: una tienda, una panadería y la empresa que primero se llamó Electra de Carbayín y ahora es el único negocio que sobrevive. En la segunda parte de sus memorias repasa el cambio que experimentó la empresa al pasar de una generación a otra y, finalmente, el que vivió ella misma cuando llegó la jubilación.

Cambios. "Una vez que cerró la tienda, yo pasé a la oficina de la empresa. Electra, gracias al plan del Estado, cambió mucho. Antes de la inversión, teníamos todo postes de madera, y el primer vehículo que tuvimos fue un camión de la guerra. A Julio no había cosa que más le gustase que ver salir el camión con postes de madera para reponer los viejos. Después lo pusimos todo de hormigón y el cambio fue muy grande. Tengo apuntado por algún sitio el último poste que se quitó de madera, que fue hace veintitantos años, en Los Pozos, en Carbayín".

Más inversión. "Desde entonces, hemos invertido mucho en tenerlo todo bien, con los árboles por donde las líneas discurren bien podados. Después de mi marido, que había sido la segunda generación, hubo más cambios. Cuando llegó la tercera generación, con mi hijo Luis, empezaron a generar energía, siempre verde, tanto solar como eólica. Tenemos siete aerogeneradores en Boal. Y ahora hemos empezado también a comercializar. Ahora la empresa es generadora, distribuidora y comercializadora. Cuando cumplí los 60 años, me jubilaron y me vine a vivir a Oviedo. Ahora soy la máxima accionista de la empresa, que es una sociedad limitada".

Protocolo familiar. "Una de las razones de que la empresa siga adelante es que tenemos un protocolo familiar. Hace unos veinte años que lo pusimos en marcha. Fue muy laborioso. Ahora la empresa es de mis hijos y mía. Nos costó mucho tiempo y mucho dinero. Son unos estatutos internos con la idea de dejar todas las cosas claras en cuanto a venta de acciones, puestos de trabajo, transmisión de padres a hijos y venta de acciones. Que quede todo tan estipulado que no haya problemas. Nace con la idea de mantener la empresa y evitar problemas. Esto ayuda mucho porque está muy claro todo lo que podemos hacer".

Consejo. "Además, nos reunimos una vez al año el consejo de familia. En él están los nietos a partir de 18 años con la idea de que ellos vayan también conociendo y apreciando estos valores que fuimos heredando de nuestros mayores. Lo hacemos por Navidad, que es cuando es más fácil reunirse".

Armonía. "Ahora tengo nueve nietos, todos estupendos. El más joven, Pedro, tiene 21 años, y la mayor, Ana, 40. En casa hay mucha armonía, y eso es muy importante. Antiguamente, te casabas y el cónyuge podía hacer uso de tus bienes, y ahora lo dejamos todo muy claro en el protocolo familiar. Separa un poco las cosas de familia de verdad y el negocio, nada más que con la idea de preservarlo".

Retiro. "Una vez que todos los hijos estuvieron trabajando y despachados, me retiraron, a los 60 años. Mi marido y yo nos vinimos a vivir a Oviedo. Y tuvimos, como suele decirse, 25 años de paz. Habíamos tenido una vida de trabajo intensísimo, en una casa donde no había horarios, y de repente me vi en la casa de Oviedo con un teléfono que solo sonaba cuando te llamaba la familia. Hasta que nos retiramos, en nuestra casa siempre habíamos tenido que estar pendientes de llamadas. Allí me dediqué a la casa, pero tenía una mujer que me ayudaba dos veces a la semana. Empecé a hacer un poco de ama de casa. Empecé a cocinar, a coser. Tuvimos bastante buena suerte con la salud. Mi marido murió a los 83 años, pero de una enfermedad muy rápida. Hasta entonces estuvimos bien".

Ocio. "Una vez en el nuevo piso, empezamos a salir mucho a pasear por Oviedo y a contactar con los amigos de la cuenca minera, estábamos todos aquí, jubilados. Llevamos una nueva vida. Íbamos a comer los domingos a Candín. Lo pasé bien. Aquí tuve más tiempo, retomé la lectura, siempre había leído, pero empecé a leer más. Me hice socia de la Sociedad Filarmónica de Oviedo, que también era una cosa muy buena para mí, pero lo dejé después de que falleció Julio, porque me costaba mucho venir y encontrarme la casa vacía".

Un recuerdo. "Este año, cuando vi que iba a cumplir los 90 años, le dije a mi hija Carmen, solo a ella, que me gustaría hacer una recopilación de los escritos que tengo de mis hijos y mis nietos (yo lo guardo todo) y hacer un libro con alguna cosa mía. Y me preparó un libro precioso, que es una recopilación de mi vida y de la de los chavales, que les regalé a todos los hijos el día que cumplí 90 años, y tuvo mucho éxito. Les gustó mucho".

Presente y futuro de la empresa. "Ahora la empresa la lleva mi nieto Juan, con mi nieta María de directora de gestión, es ya la cuarta generación, algo difícil de ver en este tipo de empresas. Todo el personal está en la oficina, y hay una empresa que nos hace el mantenimiento general. Dos personas o tres que hacen guardia por si surge una avería. Tenemos todavía un carácter familiar. Esta es de las únicas empresas que cuando llamas por teléfono por una avería contesta una persona, no un contestador, veinticuatro horas al día. No conozco muchas empresas que lo hagan".

Las claves. "Que estas empresas sobrevivan tantas generaciones es complicado, pero creo que la razón es que hemos transmitido a nuestros descendientes el cariño a la empresa. Ahora, las empresas cada día son más grandes, y nosotros sobrevivimos de milagro. Quisieron comprarnos la empresa muchas veces, pero nunca quisimos: la familia resistió. Hay dos razones que la hicieron permanecer así: una, que todos heredamos el gusto de mantener algo que nos dejaron nuestros antepasados con mucho esfuerzo, y otra, haber estado regidos siempre por gente honesta, cabal, austera, que fueron capaces de hacer cábalas, porque la empresa tuvo una revolución, una Guerra Civil, una dictadura, un montón de cambios de Gobierno, y siempre estuvo ahí. Y sigue".

Fases. "Mi marido resistió. Cogió la época difícil, cuando no había cobre, con el tendido en el suelo, tuvo que sacar dinero de donde pudo para dejarlo como lo dejó. Mi hijo Luis lo modernizó. Es cierto que se basaba en una empresa saneada por Julio. Luis, con esa empresa saneada, fue capaz de modernizarla. Se rodeó de la mejor gente, se asesoró con los mejores, tuvo contacto con la Universidad, recibió personas de muchísima valía, pertenece a sociedades eléctricas pequeñas y medianas con cargos de responsabilidad incluso. Se abrió a España y compartió saberes, problemas e ideas. Ahora les toca a Juan y María. Nos han dado ya varios premios, uno a la seguridad y otro a la empresa familiar".

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