Lo último que se esperaba Marta Pasarín es que se iba a tirar el día de ayer vendiendo bolígrafos y revistas. Al ser domingo, había bajado la persiana de la librería que regenta en la Avenida de El Llano de Gijón, pero a media mañana saltaron las alarmas: el segundo quinto premio que anunciaba el sorteo de la Lotería de Navidad había caído en su local. Fue un décimo suelto, vendido desde la máquina, pero fue suficiente como para que Pasarín se animase a abrir la tienda.

Al final la fiesta se montó sola: una clienta trajo una caja de pasteles de coco, de alguna parte salió una botella de sidra sin descorchar y se improvisaron unas copas de plástico para brindar en grupo. Como los clientes, ya de paso, se acercaban por su periódico, Pasarín tuvo que fingir que su día era normal: "Ya que vine, habrá que trabajar algo". La gijonesa, aunque conscientes de que solo repartió 6.000 euros, se da por conformada solo por poder demostrar "que los décimos de máquina también pueden dar suerte". "Hay clientes que los rechazan porque prefieren el décimo tradicional, pero visto está que últimamente funcionan mejor los çotros", resumió. Su otra impresión es que Gijón este año se ha dado poca prisa: "Casi todos vinieron a última hora, pero en general he vendido mucho más".