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Marc Vigil: "Mi película trata algo que el cine español aborda poco: la corrupción"

El cineasta asturiano estrena el 1 de enero "El silencio del pantano", su debut en el largometraje tras una exitosa carrera en televisión

Marc Vigil, en el rodaje.

Marc Vigil no para. El director avilesino logró el aplauso de la crítica con la serie "Malaka", trabaja en la nueva temporada de "El Ministerio del Tiempo" y ultima otra, "Nasdrovia". Pero su agenda no se acaba ahí: el 1 de enero estrena su debut en la pantalla grande, "El silencio del pantano", un "thriller" basado en la novela de Juanjo Braulio e interpretado por Pedro Alonso ("La casa de papel"), Nacho Fresneda y Carmina Barrios. Vive un tour agotador de presentaciones que afronta con profesionalidad no exenta de resignación, y que solo encuentra escenas relajantes en Asturias para tomar aire: "La promoción es una parte importante de nuestro trabajo, aunque no estoy acostumbrado a tanto ir y venir para hacerla. Desde luego, no me aburro nada".

Estrenar el primer día del año, en plena resaca festiva y con los Reyes a punto de descabalgar, tiene pros y contras. Vigil confiesa que "no tengo ni idea de si es buena fecha o no. Cuando me lo dijeron me quedé un poco así, pero luego me contaron que es una de las cinco mejores fechas para consumir cine del año. Hay un problema: en la cartelera está 'Star Wars', además de un montón de cine americano familiar. Lo que me argumentan es que no está mal ser una ventana alternativa a todo eso".

Y es que su película "nada tiene que ver con eso, es un 'thriller' con otra mirada, más adulta". Le gustó la idea de rodarla porque "es un relato situado en un contexto poco tratado por el cine español. Un escenario de corrupción. Sí, se hizo 'El reino', pero abordaba un caso concreto. Nuestro cine no trata esas noticias que lees y escuchas a diario, no retrata esas circunstancias a las que estamos tan acostumbrados. Y me apetecía hacerlo en clave de 'thriller', jugando con la forma de contar las cosas".

Si hubiera que citar un modelo inspirador habría que buscarlo en el cine de Corea del Sur: "Me interesa mucho el trabajo de directores que me parecen de referencia. Ahora se habla mucho y bien de Bong Joon-ho por 'Parásitos', pero ya era uno de mis favoritos desde hace 19 años, cuando vi su segunda película, "Memories of Murder", me fascinó y desde entonces sigo su carrera. Me encantaría hacer algo así. Es curioso porque mi película se estrenó en el Festival de Busán, y me hizo gracia que la seleccionaran, quizá vieron algo de esa afinidad con el cine coreano en ella".

¿Se puede rastrear una huella personal en la cinta? "No sabría decirte. ¿Qué hay de personal en el cine de De Palma? ¿Sus homenajes a Hitchcock? En los tiempos que corren hemos visto todos tanto cine, hemos absorbido tantas imágenes de otros cineastas anteriores que es difícil distinguir el origen de las influencias. El escritor Javier Olivares me decía hace tiempo que le gustaba mucho cómo dirigía porque, a diferencia de otros que hacían referencia a otros directores o películas para copiarlo, yo hago mías esas referencias y no se perciben en el resultado. Es inevitable recurrir a tu memoria como espectador, y cuando planificas escenas no dejas de pensar cómo lo hicieron otros antes. 'Psicosis', 'Chinatown', 'Memories of Murder'... Peckinpah, claro, y también Lumet, Huston o Spielberg, cineastas que no tienen nada que ver entre ellos y te enriquecen de formas distintas. Pero no solo cine: hasta un cuadro de Sorolla. Todo se queda en el subconsciente y surge cuando lo necesitas".

Hay que tener en cuenta, subraya Vigil, que "los directores de los años 70, como Scorsese o Coppola, podían ver muchos clásicos en el MoMa. Nosotros lo tenemos todo al alcance de la mano, todo el cine del mundo a tu disposición en tu televisor. Lo absorbemos todo a una velocidad impresionante".

Esa mirada-esponja que aprecia tanto el Hitchcock del asesinato en la ducha como al Lumet sosegado y "supertrabajado" de "Veredicto final". "Mi película tiene una estética y un tempo de los clásicos vistos por los orientales. Una mirada muy particular. Y eso incluye la violencia, claro: no quería que diera lugar a momentos efectistas, estamos acostumbrados a eso por las innumerables muertes que nos llegan película tras película. Yo buscaba un tono seco y duro, que pareciera tan de verdad que te sobrecogiera. Como ocurre en 'La lista de Schindler', cuando un tipo saca una pistola y ejecuta a alguien con total naturalidad. Te deja helado".

Su protagonista es "un bicho más del pantano, pero yo me limito a exponer las cosas y que la gente saque sus propias conclusiones". En la sala de montaje siempre quedan fuera escenas, y no porque estén mal: "Una película se escribe varias veces, en este caso empieza con la novela, luego llega el guion, las distintas versiones, después el rodaje donde se cambian cosas, y finalmente el montaje, cuando aparecen y desaparecen cosas. Lo que más duele es dejar fuera el trabajo estupendo de algunos actores, o cosas que costó mucho hacer. Pero le perdí el miedo a todo eso porque lo que importa es el resultado final". Agradece el respeto de la productora hacia su visión de la película, aunque durante el montaje "conviene coger distancia, y ahí te puede ayudar mucho la opinión de amigos o gente que respetas, y que quizá te aporte una mirada diferente con buenas ideas".

No ha encontrado muchas diferencias al rodar cine respecto a la televisión: "Al final es lo mismo, aunque cambien los tiempos y las secuencias, porque, además, la televisión se ha acercado mucho al cine en la forma de trabajar, como lo demuestra el resultado final de muchas series".

Plano final: ¿hay nervios de cara al estreno? "Ya no. Hice lo que tenía que hacer, ha sido un viaje larguísimo hasta aquí y ya no puedo hacer más, así que, en ese sentido, me siento liberado de responsabilidad. Si sale bien, perfecto. Si sale mejor, a seguir trabajando".

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