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Todo a un solo número

Un sorteo en el que la estadística juega en contra

Todo a un solo número

Quien poco apuesta, poco pierde. Había alguien que lo decía. Seguro. Aunque no consigo recordarlo. Como tampoco podría recordar el único número que se refleja en el único billete de lotería con el que el que escribe iba a por el Gordo este año. Si mi vida dependiera de acordarme si quiera del último de los números impresos en ese pequeño papelillo mi existencia pendería únicamente de la diosa fortuna. No es por descuido. No. Es porque, aunque no lo parezca, todavía hay quien rema a contracorriente y se fía más del poder de las estadísticas que de unas fuerzas místicas cuya actuación es tan imprevisible como irrelevante. O más bien porque creo firmemente en lo que Daniel Kahneman y Amos Tversky -dos premios Nobel de Economía aunque con una clara vocación de psicólogos- llamaban el efecto de expectativa. Brevemente, decían que cada jugador sobrestima sus posibilidades de llevarse un pellizco del Gordo. Por dos razones: por que se deja llevar por las masas -jugar a la lotería es un acto social- y porque desconoce que las estadísticas juegan de forma descarada y cruel en su contra.

Por cierto, mi número no se llevó ni la pedrea ¿Sorpresa? Ninguna.

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