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Cinco falsos mitos de la lotería

El número del primer premio del año pasado puede volver a ganar, no hay terminaciones bonitas, este año no te tocará por ningún acuerdo cósmico y casi seguro perderás dinero

Cinco falsos mitos de la lotería

¿Existe la suerte? No. No hay ningún poder sobrehumano que reparte premios a modo de justicia. Eso nos dice la ciencia, así que olvídate de creer que la Lotería pueda obedecer a algún misterio insondable que de pronto te vaya a hacer millonario. Ahora bien, ¿quién es el guapo que no compra el décimo de su empresa? Por si sirve de algo, para combatir nuestros propios mitos, aquí van cinco falsedades (científicamente irrefutables) sobre la Lotería.

El Gordo del año pasado no toca este. Falso. Científicamente todo número parte en cada sorteo con las mismas posibilidades. La combinación que resultó agraciada en el sorteo del año pasado puede volver a ser la ganadora del primer premio con las mismas probabilidades que cualquier otra. Las bolas que los niños de San Ildefonso introducen en los bombos del sorteo no guardan memoria alguna sobre el resultado de ediciones pasadas del Gordo. Por tanto, no temas si piensas comprar el próximo año el mismo número que resultó agraciado en este sorteo. Tienes tantas posibilidades de que te toque como con cualquier otro.

Las terminaciones en 7 (o en 5, o en 3...) son más guapas. Es mentira. No hay números bonitos ni feos. Los números son eso, números, formas de denominar a los elementos de una distribución de unidades en un sistema decimal. Todos son para el azar igual de bonitos que cualquier otro. En esa apreciación influyen otras cuestiones que están ancladas en nuestro cerebro por medio de nuestro bagaje cultural. Un ejemplo es el número 7. ¿Hay algo que le haga especial? Nada, salvo milenios de referencias literarias, místicas y religiosas que han tratado de darle un sentido. Si esos números tienen algún valor trascendente es gracias a una construcción humana. Los números no saben de condiciones especiales salvo por propiedades matemáticas que escapan al común de los jugadores. ¿Conoces a alguien que haya acudido a un establecimiento de loterías pidiendo un número primo?

Este año me toca. No. Este año no te va a tocar. Lo dice la estadística más básica. Tienes un 0,001 por ciento de posibilidades de que ese boleto que acabas de adquirir reciba el premio Gordo; es decir, una entre 100.000. Es más, las opciones de que resultes agraciado con uno de los premios importantes, sin contar el Gordo, es del 0,012 por ciento. Por probabilidades es bastante más fácil que te toque el reintegro. Técnicamente hay un 10 por ciento de posibilidades de que tu décimo tenga la misma terminación que el ganador del sorteo. Pero eso es porque solo hay diez cifras en el reparto. Si tuviéramos un sistema duodecimal (como los antiguos sumerios) nuestras posibilidades de reintegro serían menores.

He tenido un mal año; es lo que me merezco. ¿De verdad te crees que la compleja mecánica de un bombo en Madrid con 100.000 bolitas tiene en cuenta cómo ha sido tu vida este año? Ya sé que esto puede resultar un poco aguafiestas, pero por ejemplo te diré que si eres un hombre tus posibilidades de tener un cáncer de próstata son mayores de las que tienes de que te toque un reintegro en un sorteo de la lotería de Navidad. Si eres una mujer, tienes un riesgo similar de sufrir un cáncer de mama antes de que te devuelvan lo jugado. Por tanto piensa que la lotería es un juego, un tácito acuerdo social por encima de la realidad científica. Cuando compras un billete compras una ilusión estadísticamente improbable, pero no adquieres ningún boleto para una vida mejor.

Es una ocasión de hacerme millonario. No; perderás dinero. No hay ninguna duda, porque Hacienda se llevará 175 millones gracias a este sorteo; es algo menos que el año pasado, pero en cualquier caso es un buen pico. La Lotería es en realidad un impuesto encubierto. Los jugadores aportan más dinero al sorteo del que pueden recibir. La primera lotería navideña se sorteó en Cádiz en 1812, aunque por primera vez se llamó Sorteo de Navidad en 1892.

Hay administraciones con suerte. Es una mentira como una catedral. Ni Doña Manolita ni La Bruja de Oro. No existen administraciones con capacidad para atraer la suerte, ni territorios con un magnetismo especial para los premios. Y más desde que existe la posibilidad telemática de adquirir cualquier boleto en cualquier territorio de España. ¿Cuál es el secreto de esas administraciones que se dicen atraer la suerte? Vender cuantos más números mejor, aunque sea un solo boleto; de ese modo se garantizan estadísticamente la posibilidad de dar algún premio, lo que da la impresión (falsa) de que atraen la suerte.

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