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Me quedo en el pueblo | Agüera

Las vacas tienen quien las quiera

Vanessa Peixeiro dejó atrás su vocación de veterinaria para convertirse, con 20 años, en titular de una ganadería de asturiana de los valles

Vanessa Peixeiro, con algunos de los xatinos de su propiedad, en su casa de Agüera, en San Cucao de Llanera. ANA PAZ PAREDES

Vanessa Peixeiro Do Nascimento tuvo que madurar con rapidez, pero justamente por eso se siente contenta de todo lo logrado hasta el momento. Madre muy joven, con 16 años, de la pequeña Luisa y dos años más tarde de Jimena, siempre fue buena conocedora de cuanto tiene que ver con la ganadería pues se crio en un hogar donde siempre hubo vacas. Primero de leche y años más tarde de carne, de la raza asturiana de los valles. También el marido de Vanessa, Luis, aunque trabaja en otro oficio, tiene al mismo tiempo conocimientos en el tema ganadero, por lo que le echa una mano en ello siempre que puede.

Señala esta joven ganadera que cuando una dura enfermedad se apoderó del cabeza de familia y este le comunicó que ya no se sentía con fuerzas de continuar adelante y que terminaría de vender las que quedaban, ella dio un paso al frente y, ante la posibilidad de que desapareciera definitivamente la tradición ganadera en la casa en la que se crio, le dijo que sería ella su continuadora.

Así lo recuerda ella: "Yo siempre quise ser veterinaria, pero cuando él enfermó tuve muy claro que le apoyaría siempre. Cuando dijo que ya no podía seguir, sentí que todo lo que habían logrado él y mis abuelos no podía perderse. Le dije: 'No te preocupes que me voy a poner yo al frente de todo esto y tiro para adelante. No vendas la seis vacas que te quedan que ahora me encargo yo'ç", le dijo ella, momento que recuerda con especial emoción pues él falleció el pasado mes de agosto. "Cuando se lo dije, se emocionó mucho. Me dijo que no pensaba que iba yo a seguir con esto y que estaba muy orgulloso de mí. 'No dejes que esto se muera', me dijo. Y por supuesto que mientras yo esté al frente no morirá", añade con firmeza.

Así fue como a punto de cumplir los 21 años esta joven se incorporó a este oficio como ganadera y gracias a la subvención que se le concedió ha incrementado, en poco más de un año, el número de animales pasando de seis vacas a unas 30, entre madres y crías. Y mantiene la intención de seguir aumentado, como ella misma confirma.

La conciliación familiar la lleva igual que antaño hicieron muchas mujeres que viven en el campo: "Me ocupo de las niñas, de la casa, de las vacas... como siempre hicieron las mujeres en el campo. También es verdad que mi madre me ayuda y mi marido me echa una mano cuando puede", destaca esta joven que relata cómo es un día normal en su casa. "Por la mañana madrugo a las seis de la mañana y hago la cuadra. Me ducho y a las siete y media levanto a las niñas para darles el desayuno y llevarlas al cole, en San Cucao. Allí están hasta las cuatro de la tarde. En ese tiempo me ocupo de las vacas, les doy el pienso, adiestro las novillas, me pongo con el papeleo y, por la tarde, cuando traigo a las niñas, otro tanto de lo mismo, sin olvidar el cuidado y manteniendo de los praos", dice esta joven ganadera, que reconoce que este trabajo "es muy sacrificado, es duro". Se congratula, no obstante, de pertenecer al grupo de Ganaderas Asturianas, que lidera Lucía Velasco. "La presidenta ha logrado que las mujeres ganaderas tengamos una visibilidad que nunca tuvimos. Es un grupo muy bueno y, aunque no siempre estemos de acuerdo, nos ayudamos mucho entre todas", asegura Vanessa Peixeiro.

Ella cree que sí se puede emprender en el medio rural, pero "nos lo ponen muy difícil. El precio de la carne y la leche está por los suelos, la burocracia es interminable, nos abrasan con el tema de los purines, la fauna salvaje ataca nuestros animales y los políticos son incapaces de ponerse en nuestro lugar. La ganadería es mi pasión, me lo transmitió mi padre, por eso sigo adelante".

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