Cuando los bomberos le sacaron, le dijeron: "Vaya suerte has tenido, más te vale comprar un décimo del Niño, porque te toca". Y es que L. M., un corverano de 40 años, acababa de sobrevivir, solo con unas magulladuras, a una caída de diez metros en el interior de una mina abandonada, mientras andaba de caza con un amigo por una bosque cerca de Coyanca, en Carreño. "Caí a plomo, suerte que no rompí nada. Me duele de un lado y la cabeza, pero uno de mis perros, un setter, se desnucó, quedó seco. Volví a nacer, estoy vivo de milagro", señalaba en la tarde de ayer, un poco más tranquilo, el accidentado. Dolorido, tanto por el golpe que llevó como por la pérdida de su perro, este corverano no se explica cómo puede haber una trampa así en medio del monte: "Es un peligro, debería estar señalizada".

Ayer era día de caza menor en el coto de Carreño. L. M. decidió acompañar a un amigo y llevarse a sus dos perros de pluma, de raza setter. Todo iba bien hasta que a eso de las once de la mañana, perdió de vista a uno de ellos. "El localizador comenzó a pitar y fui acercándome, hasta que de repente caí dentro de una zanja. No me dio tiempo a verla, fue un batacazo del copón", relató.

Sentado dentro de la zanja, se palpó el cuerpo para ver si se había roto algo. "Era una zanja que alucinas, alargada, picada a mano, y la parte de arriba toda tapada de escayos. Me dijeron que la mina podría ser de mineral de hierro", comentó. Le dolía en un costado y la cabeza, que golpeó contra la dura pared de la zanja. Al fondo, gracias a la luz que se filtraba desde el exterior, pudo ver el cuerpo de su perro, ya muerto.

Llamó a voces a su amigo, que pudo saber dónde se encontraba por el localizador, que comenzó a pitar. El otro cazador comunicó de inmediato con los servicios de emergencia. Al eucaliptal donde se había producido el accidente se dirigió un equipo de los Bomberos del SEPA con base en Avilés. Uno de los bomberos desplegó una escala para llegar hasta el cazador, pero se quedó a medio camino de la pared, tal era la altura de la bocamina. Los bomberos tuvieron que montar un sistema de poleas, sujetándolo a los árboles, para que su compañero pudiese llegar por fin hasta el accidentado. Subirle no fue muy difícil. También recuperaron el cuerpo del perro.

Una vez arriba, los bomberos no se creían que no tuviese nada roto. Querían trasladar a L. M. al hospital para salir de dudas, pero él les dijo que ya iría él por su cuenta. "Al final no fui, puedo moverme sin problemas. A ver cómo me levanto mañana (por hoy). Si me duele mucho, a lo mejor me acerco", indicaba ayer por la tarde.

Evaristo Martínez, presidente de la Sociedad de Cazadores de Carreño "San Huberto", se mostró indignado con lo ocurrido: "Estamos hartos. Habíamos perdido algunos perros y era cuestión de tiempo que algún cazador también cayese a un pozo. Algunos los señalizamos nosotros mismos, pero deberían hacerlo sus propietarios".