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El mejor balance migratorio desde 2008, alivio escaso para la crisis demográfica

La población asturiana, lastrada por la natalidad, perdió 12 habitantes al día en la primera mitad de 2019, la segunda mayor caída de España

El mejor balance migratorio desde 2008, alivio escaso para la crisis demográfica

Remolcada por las llegadas de inmigrantes, la población española engordó en la primera mitad de 2019 hasta su máximo histórico y está por primera vez por encima de los 47 millones de habitantes, pero la tabla de salvación del censo nacional sólo es un colchón, cada vez más mullido pero todavía insuficiente, para la deprimente demografía asturiana. Dice la actualización más reciente del censo regional que los balances migratorios registraron en el primer semestre de 2019 su comportamiento más positivo en once años. Que los flujos de población importada mejoran, sobre todo en los intercambios con el extranjero y más que nunca desde la crisis, pero también que el apósito no basta para contener la hemorragia.

La diferencia entre las altas y las bajas del censo, entre las llegadas y las mudanzas, fue favorable a Asturias en casi 2.000 habitantes entre enero y junio del año pasado. La cifra es la más grata en seis meses desde 2008 y alivia la escasez, pero las buenas noticias se agotan aquí. Al levantar la vista se percibe que la ganancia migratoria asturiana permanece a la cola de las menos voluminosas de España y que no da para tapar la profunda herida abierta por el peor de los males de la ruina demográfica del Principado, la irrefrenable crisis de su natalidad: entre enero y junio, Asturias suma 4.126 muertes más que nacimientos, por eso incluso contando con el amortiguador migratorio ha encontrado un nuevo fondo aun más profundo para la cifra total de su población: la última suma son 1.019.993 habitantes a 1 de julio de 2019, 2.212 menos que el 1 de enero del mismo año, un 0,22 por ciento de pérdida para la segunda caída relativa más voluminosa del periodo en España. Sólo está detrás Extremadura.

Ya no es Asturias la peor, y eso enciende una minúscula luz en la oscuridad de la región que desde los ochenta no ha dejado nunca de ser la más pobre en nacimientos y defunciones de España. En su implacable camino hacia la barrera psicológica del millón de habitantes, la región sigue perdiendo a un ritmo medio de doce al día y devolviendo su censo al nivel que tenía en los años sesenta del siglo pasado, pero la actualización divulgada ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) tiene al menos la virtud de calibrar el peso de los dos ingredientes fundamentales del problema demográfico asturiano, la relación entre nacimientos y muertes y la atracción migratoria. De media, cada día del primer semestre de 2019 fallecieron en la región 23 personas más de las que nacieron. Ante esa penuria, sólo queda mejorar mediante la importación de población, pero a Asturias únicamente llegaron algo más de diez residentes diarios más de los que se marcharon. El escenario global mejora, porque nunca un semestre desde 2008 había traído tanta gente nueva a Asturias como el primero de 2019, también porque la región viene de cerrar en 2018 su tercer ejercicio consecutivo de balance migratorio positivo después de los cuatro encadenados en negativo por la travesía de la crisis, pero la comparación con el resto del país deshace la alegría y mantiene a Asturias retenida en la cola de la clasificación autonómica del porcentaje de población extranjera residente. En el conjunto de España la diferencia entre nacimientos y muertes también es negativa, pero el volumen del repunte de las migraciones ha conseguido que se rebase el récord histórico de la población española.

Por dentro, la recuperación del atractivo migratorio del Principado no es uniforme. Asturias gana población en sus intercambios con el extranjero, igual que todas las autonomías, pero sólo más que Cantabria, la Rioja y Extremadura, y la pierde con el resto de España. En los seis meses recién recontados, se instalaron en Asturias 3.494 personas que venían desde el extranjero -el ritmo medio es de unas veinte al día, casi el cincuenta por ciento son nacidos en Sudamérica y la primera nacionalidad es la venezolana- y se fueron 1.335, con la particularidad de que casi dos de cada tres son extranjeros de nacimiento, presumiblemente los restos de los inmigrantes de la crisis expulsados por la falta de alternativas económicas.

El panorama cambia en el desmenuzado de los intercambios migratorios con otras comunidades españolas, donde Asturias sale perdiendo, y esto es una constante en todos los balances de la década. En seis meses llegaron del resto del país 3.273 personas y se fueron 3.427, para un saldo negativo de 224 que sólo empeoran cuatro comunidades autónomas, País Vasco, Castilla y León, Andalucía y Extremadura. El canje es más intenso con Madrid -desde allí llegaron 707 habitantes y allí se fueron 812- y las regiones vecinas, sobre todo Galicia y Castilla y León, con las que el saldo es leve e insuficientemente positivo.

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