El republicano asturiano Emilio Rodríguez Pérez tuvo el atrevimiento de criticar a Hitler en una cervecería alemana durante su estancia en el país germano en 1942. Le salió caro: fue deportado a los campos de concentración de Buchenwald y Dachau y dejó en Oviedo a una muchacha llamada Angelines, su novia, que se definía en el reverso de las fotografías como "esta asturianina que te quiere".
LA NUEVA ESPAÑA se hizo eco de esta historia a finales de 2018 porque el investigador gijonés Antonio Muñoz Sánchez había descubierto documentos privados del asturiano en archivos alemanes. Tenía poco más que su nombre y su rostro. No sabía qué había sido de él ni de la "asturianina". La noticia llegó a oídos de la langreana Maribel Luna Baragaño, nieta de un republicano que acabó enterrado en el Valle de los Caídos. Conmovida por el romance, se tomó como reto personal encontrar a posibles descendientes. La investigación acaba de terminar con el hallazgo de una de las hijas de la pareja, que confirma que Rodríguez sí salió vivo del campo.
El joven, tras su liberación, regresó a Asturias, se casó con su Angelines y tuvo dos hijos. Ella falleció a principios de los años 90, lo que animó al asturiano a mudarse a Gijón, donde murió pocos años después. Es recordado en la zona como un cliente conocido de las cafeterías del Paseo de Begoña y como un gran aficionado a dar paseos por el Muro de San Lorenzo. "Es un caso tremendo de desmemoria absoluta; se le conocía por frecuentar cafeterías y no por ser una víctima del nazismo", lamenta Muñoz.
El Servicio Internacional de Búsqueda (ITS) de Alemania dispone de 27 archivos del asturiano, en su mayoría documentos identificativos y facturas de billetes de tren y comercios, además de varias fotografías. Así fue como Muñoz encontró a este superviviente de los campos nazis que, antes, también había sobrevivido a un campo franquista. Aunque en su partida de nacimiento figura como coruñés, resultó ser "un asturiano de pura cepa". De su padre, Bienvenido, se sabe que fue agente de policía (tuvo problemas por reprimir las huelgas del 34), y que fue asesinado poco después en Sama de Langreo, pero su historia está menos clara.
Según les explicó la hija de Rodríguez a Muñoz y a Luna, su padre viajó a Alemania para terminar sus estudios, aunque puede que se hubiese ido a trabajar. Llegó con tan solo 29 años de edad y pronto fue deportado como prisionero nazi porque, según ella, cometió el error de criticar a Hitler en una cervecería y fue denunciado anónimamente por uno de los testigos. Después pasó de Buchenwald a Dachau, un traslado que, según investigaciones de Muñoz, podría deberse a que el joven se había formado en el oficio de mecánico.
Lo liberaron en 1945. Logró sobrevivir. "Estuvo en un hospital de Francia muy enfermo y lo acabaron mandando a España para ver si tenía suerte. Según su hija, le dieron un medicamento 'muy nuevo' en Oviedo y se recuperó", relata Muñoz, que trabaja en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. Maribel Luna, por su parte, confiesa que cuando por fin dio con la hija de la pareja lloró "como una niña". "Fui buscando por apellidos los partes de defunción y me puse en contacto con ayuntamientos y cementerios hasta que por fin di con ella. No teníamos muchas esperanzas de que Emilio hubiese sobrevivido", reconoce. La hija, que ya está bastante mayor -y que de momento no quiere darse a conocer ni revelar el apellido de su madre-, les explicó que su padre nunca hablaba del campo pero que sí solía tener muchas pesadillas. En pocos días recibirá desde Alemania todas las fotografías que los nazis le arrebataron a su padre cuando fue detenido.
