De ganar honores en la guerra de la Independencia y levantarse en armas contra el absolutismo en 1820 a "ser mártir de la libertad", ejecutado en la plaza de la Cebada de Madrid. La figura del general asturiano Rafael del Riego refleja la intensidad de la España de principios del siglo XIX. El profesor universitario Francisco Carantoña ofreció una conferencia ayer en el salón Europa de la Junta General del Principado, con motivo del segundo centenario de su levantamiento contra Fernando VII en Cabezas de San Juan. En ella revindicó la trayectoria del militar tinetense, "injustamente olvidada" y la inquina que sufrió, incluso después de su muerte.

Ese olvido, reprochó Carantoña al inicio de su disertación, ni siquiera ha sido corregido en los 45 años transcurridos desde la muerte de Franco. "La Transición no ha sido capaz de cambiar visiones que tenemos del pasado", sostuvo el profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de León. Puso como ejemplo, antes de entrar a fondo en el significado y trascendencia histórica de Del Riego, que en la época de la guerra de la Independencia "España no tenía bandera" porque "la rojigualda era una bandera naval".

Carantoña situó a Del Riego en "un Ejército en el que había muchos liberales desde las Cortes de Cádiz", y en un tiempo, reconoció, "en el que los militares participaban más en política de lo que debían, pero sin pretender hacerse con el poder". Recordó que "el primer gobierno militar en España fue el de Primo de Rivera".

El levantamiento del militar contra el absolutismo de Fernando VII tuvo como marco "el descontento" existente en gran parte del Ejército "con la poco popular guerra de las colonias". Carantoña señaló el pronunciamiento de Del Riego como "un acto de valentía" porque podía ser "castigado con la tortura o la ejecución". Destacó que la gesta del militar asturiano "se recogió en periódicos de Francia e Inglaterra (...) fue un héroe contra el absolutismo". Y matizó la afirmación de que su levantamiento acabara en fracaso, porque favoreció la rebelión en Galicia y Asturias que daría inicio al trienio liberal (1820-1823), cuando España, subrayó, "se puso a la vanguardia del mundo porque fue el único país donde se reconocía el derecho al voto a todos los varones mayores de edad, incluidos campesinos y asalariados" y no había una Cámara aristocrática. "Convertir a Riego en un jacobino me parece muy excesivo", manifestó, al tiempo que constató "la inquina "contra el general asturiano "en los sectores más conservadores", un factor que influiría para intensificar su olvido.