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Sariego agradece la labor de Emilio Blanco: "Dejó cimientos para hacer un rascacielos"

Javier Parajón, que sucedió al primer alcalde de la democracia en el cargo, destaca su empatía con los vecinos, que abarrotaron la iglesia en el funeral

Emilio Blanco. R. P. F.

Sariego dio ayer el último adiós ayer a su primer alcalde de la democracia. Y lo hizo abarrotando la iglesia durante un funeral en el que vecinos y amigos arroparon a la familia de Emilio Blanco, fallecido por un infarto el sábado a los 81 años. Javier Parajón Vigil, quien le sucedió como alcalde de Sariego durante 24 años -después de los tres mandatos que ocupó el cargo Emilio-, destacó ayer su empatía vecinal y su gran actividad.

Y se refirió a su faceta política, "intachable", a tenor de los escasos recursos de los que disponía -y dispone actualmente- el concejo. "Sariego estaba en pañales y Emilio dejó unos cimientos bien sólidos como para construir un rascacielos", apostilló Parajón.

Natural de El Castro (Siero), Emilio Blanco se casó con Josefina Suárez y formaron una familia en Santiago de Sariego, con cuatro hijos, tres mujeres y un hombre. El alcalde fue uno de los precursores de Progreso Municipal de Sariego (PROMUSA), partido que lleva gobernando con mayoría absoluta desde los primeros comicios locales en el concejo. La madre de Blanco, además de dedicarse a las labores del hogar, también se afanaba en el oficio de la costura. Él, sin embargo, siguió los pasos de su padre, quien era tratante de ganado. Pero no siempre se dedicó a este oficio estrechamente ligado con el campo.

La colaboración vecinal y la política le tentaron. Siempre pujó por el avance del concejo que ayer le despidió por todo lo alto con una sentida ceremonia en la iglesia parroquial de Santiago. Fue presidente de la Unión Deportiva Sariego, integrante de la Asociación de Padres de Alumnos y miembro de la comisión de festejos de Santiago. "Era una persona muy activa, se implicaba en todo lo que le proponían". Y fue entonces cuando se gestó PROMUSA.

Javier Parajón rememora que "entre todas las asociaciones de Sariego se nombró a un representante para poder formar una candidatura para las elecciones. Nadie quería salir de alcalde. Nos reunimos en La Carcabada y en la segunda reunión le convencimos. Todos sabíamos que tenía que ser él porque era una persona dialogante y muy apreciada por todos los vecinos".

Desde su cargo de regidor consiguió la red de aguas para el concejo, construyó el actual edificio del Ayuntamiento, la Casa de Cultura y las piscinas municipales. "No era político, era un gran paisano, que nos dejó las cosas muy fáciles a los que vinimos detrás", añade quien le sucedió en el cargo y que también lo acompañó en los tres primeros mandatos democráticos como teniente de alcalde. Emilio Blanco Fernández compaginaba su labor como regidor de Sariego con su trabajo como tratante de ganado. Iba y venía de diferentes puntos de España para sacar el jornal con el que mantener a su familia y aún le quedaba tiempo para compartir sus ratos libres con amistades y vecinos.

En este sentido, Parajón recuerda sus largas conversaciones alrededor de un tonel de sidra, su bebida preferida. No en vano, era Alcalde de un municipio sidrero. Entre culinos trataba asuntos del Consistorio y jugaba la partida. También apreciaba las tertulias con vecinos de otros concejos cercanos como Villaviciosa o Gijón. Su amor por la bebida asturiana le hizo ser partícipe en concursos como jurado.

En cuanto a su carácter, los que le conocieron dicen que "era un hombre de nervio. Si veía que tenía razón en una cosa, no toleraba que le llevasen la contraria". Y eso ocurría muy a menudo en los plenos de Sariego, donde "le saltaba el automático y, a veces, le teníamos que frenar, pero es que era superior a él", rememora Parajón.

Su amor por Sariego y su talante conciliador fueron cruciales en el devenir del concejo. Ayer, vecinos y amigos de Emilio Blanco Fernández le agradecieron su buen hacer abarrotando la iglesia donde se celebró su funeral.

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