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La guía secreta de Asturias: Paseo de invierno por Lliberdón

El hermoso pueblo colungués, en el que destacan algunas de sus construcciones indianas junto con la iglesia, invita a disfrutar de su belleza y de su paz

Algunas casas y la iglesia de Lliberdón. ANA PAZ PAREDES

Cuando el invierno da un respiro y permite que se pueda pasear sin necesidad del paraguas abierto, es sin duda un placer perderse por algunos pueblos de Asturias y descubrir, con la tranquilidad que dan estas fechas que no son turísticas como en Semana Santa o en verano, la historia de nuestros pueblos y cuánto tiene que ver con la cultura popular. Sobremanera cuando nos encontramos con edificios de singular belleza como sucede cuando llegamos al hermoso pueblo colungués de Lliberdón.

Grandes casonas indianas con sus palmeras en el jardín y sus corredores acristalados recuerdan, no solo a quien lo habita, también al que llega por primera vez, que se está pisando tierra donde muchos de sus vecinos, antaño, emigraron a América en busca de una mejor vida y de fortuna, algo que no consiguieron todos. Los que pudieron volver levantaron en sus pueblos de origen, como es el que nos ocupa, edificios singulares, grandes y bellos que a nadie dejan indiferente. Destacar también la obra a favor de sus localidades de origen de indianos que enviaban dinero para arreglar las fuentes, la iglesia, los lavaderos o las escuelas del lugar donde nacieron.

Lliberdón es un pueblo lleno de luz y bendecido, en su paisaje, por la sierra del Sueve. Llama poderosamente la atención su iglesia de Santa María Magdalena y su torre de piedra; la campana y los jóvenes tejos que la acompañan. Sin embargo, la casa cercana a la misma, que algún vecino señala como la que fue en su día la residencia del cura, está en un estado de importante deterioro. También frente a la iglesia hay una fuente donde saciar la sed en tiempos de calor.

Los amantes del folclore asturiano y la gaita tienen una visita obligada al Centro de Interpretación del Gaitero de Lliberdón; un histórico gaitero, Ramón García Tuero (1864-1932), nacido en una familia humilde y que se convirtió en gaitero universal. Casi hasta el final de su vida, actuó por España y diferentes países además de viajar a América. Solista siempre en sus interpretaciones y canciones contó, en ocasiones, con la participación al tambor de José García "El Tambor de la Abadía". Para realizar visitas a este centro y ajustar las reservas, hay que llamar al 655809773.

Por no faltarle no le falta ni un bar tienda tradicional, de los de toda la vida, La Nava, donde Gonzalo y Violeta, sus dueños, siguen ofreciendo su cocina tradicional en un local singular, con mucha historia y donde no falta la sidra, una fabada o un pote que recuerdan a los de la güela. Es también lugar de parada para recuperar fuerzas de aquellos que, por la carretera, disfrutan de la bicicleta.

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