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Un presidente de oro para la Fundación Príncipe de Asturias

Plácido Arango multiplicó y consolidó el patrimonio de la institución y fue clave en la internacionalización de los Premios

Plácido Arango en la ceremonia de entrega de los premios en 1994, con Rabin y Arafat sentados en primera fila. NACHO OREJAS

El asturmexicano Placido Arango se incorporó al patronato de la Fundación Príncipe de Asturias en 1980. La institución había echado a andar el 24 de septiembre de ese mismo año con 24 millones de pesetas (144.000 euros). Unos años después, en 1987, el empresario sucedió a Pedro Masaveu en la presidencia de la institución y cuando la abandonó, en 1996, el patrimonio de la institución ascendía a 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros). Plácido Arango usó sus dotes de persuasión con todos y cada uno de los miembros protectores de la Fundación Príncipe de Asturias, banqueros y dueños de grandes fortunas. Él mismo lo contaba: les presentó un proyecto y un programa al que no podían decir no, y consiguió importantes aportaciones. Con ellas impulsó la internacionalización de los premios.

Plácido Arango fue el hombre clave en la consolidación económica de la Fundación y en su proyección hacia el mundo. "Tenía el reto de consolidar financieramente a la Fundación y de lanzarla en una nueva proyección internacional. Alcanzó con ello un gran éxito", le reconoce Matías Rodríguez Inciarte, que años después le sucedió en el cargo. Del fichaje de Plácido Arango para la Fundación Príncipe de Asturias se encargó el periodista y director de la institución Graciano García, a instancias del Conde de Latores y por aquel entonces jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo. "Me dijo: 'Hay un mexicano de raíces asturianas que quiere sumarse al proyecto. Es una persona muy generosa, encárgate de hablar con él y mira a ver hasta donde quiere comprometerse'. Yo ni lo conocía ni había oído hablar de él", rememora Graciano García. A su primer encuentro el periodista acudió con una cifra en la cabeza: "Tenía pensado pedirle una barbaridad de dinero, él se dio cuenta y empezó a bajarme los humos, y a matizar, fue una conversación deliciosa". Graciano García no se esperaba a un interlocutor tan sagaz. Salió de la reunión sin los 500 millones de pesetas que pensaba obtener de Arango, pero con una promesa en la que el empresario se mantuvo firme durante toda su vida: "Ayudar en lo que hiciese falta. Fue inmensamente generoso y aportó todo el dinero que la institución necesitó en cada momento". "Él era profundamente asturiano. La idea de la Fundación le interesaba porque era un proyecto de Asturias hacia el mundo, daba continuidad al alma de Asturias traspasando fronteras y era un enriquecimiento cultural para todos". Plácido Arango disfrutó especialmente, recuerda Graciano García, de la concesión del premio "Príncipe de Asturias" a Octavio Paz, que era amigo personal suyo.

"Tuvimos fuertes discrepancias, pero en ellas siempre dio muestras de amistad. Los Premios estaban por encima de todos nosotros. Él nunca presumió de su generosidad y siempre fue discreto", señala García. Teresa Sanjurjo, la actual directora de la Fundación, habla de Plácido Arango como del "filántropo discreto". "El consolidó, abrió y dio el salto definitivo a la internacionalización de los premios, teniendo muy presente Iberoamérica. Consolidó el patronato, el patrimonio, trajo a 'Los virtuosos de Moscú...", enumera Sanjurjo. Uno de los miembros de aquella formación, Yuri Nashuskin, reconocía ayer la "inmensa generosidad" que Arango, con quien seguía en contacto, había mostrado, muy especialmente, en aquella ocasión. Al empresario asturmexicano, que presidió la institución hasta 1996, le gustaba mantenerse al día de lo que acontecía en ella. Arango y Sanjurjo tenían la costumbre de reunirse con cierta periodicidad. La última vez, las pasadas Navidades y durante la conversación el empresario comentó, recuerda la directora de la Fundación, "lo bien que había estado la Princesa".

"Sus opiniones siempre eran inteligentes, estaban llenas de un sentido del humor muy asturiano y afilado, cosmopolita, muy culto. Podías hablar de todo con él y conocía perfectamente el funcionamiento de la Fundación", añadió Sanjurjo.

Plácido Arango no se perdía una entrega de los Premios. Asistía puntualmente cada mes de octubre a la ceremonia que se celebraba en Oviedo. Durante su etapa como presidente se escribieron algunas de las páginas más gloriosas y mediáticas de la Fundación Príncipe de Asturias.

A lo largo de la década de la Presidencia de Arango desfilaron por el escenario del teatro Campoamor, en Oviedo, Jacques Delors y Mijail Gorvachov, Stephen Hawking, Frederic de Klerc y Nelson Mandela, Isaac Rabin y Yaser Arafat, Elizabeth Taylor, Hussein de Jordania, Miguel Indurain y Martina Navratilova.

Plácido Arango no se recreaba en el pasado, en las dificultades o en las desavenencias que pudieron surgir en el transcurso de su presidencia. "Con él yo hablaba de futuro. Estaba contento, satisfecho de cómo iban los Premios", afirma Sanjurjo. Graciano García, con el que mantuvo muchas discusiones por la deriva que debían tomar los galardones, lleva a gala que años después Arango le dedicase palabras de reconocimiento por su trabajo al frente de la fundación. "Lo has hecho muy bien", recuerda que le dijo. Arango quería mantener la brújula orientada hacia Iberoamerica, García miraba al mundo. Ambos tenían personalidades y caracteres muy distintos.

Plácido Arango era generoso y agradecido, con todos. Los trabajadores de la Fundación Princesa de Asturias recibían cada Navidad algún obsequio de su parte y tras cada ceremonia o evento organizado por la institución felicitaba a quienes había contribuido a su éxito o encontraba el modo de transmitirles sus reconocimiento.

La filósofa Amelia Valcárcel, con la que Plácido Arango coincidió, entre otras instituciones, en el patronato del Museo del Prado, considera que el empresario y coleccionista de arte era "la elegancia personificada". "Tenía una gran cabeza, por eso marcó cierta impronta en la Fundación Príncipe de Asturias. Él marcó un nivel de exigencia elevado, en cuanto a la altura de los premiados y premiadas", señala la filósofa asturiana. "Plácido era la persona que más sabía de las cosas pequeñas que hacen grata la vida, tenía un buen gusto extraordinario", añade Valcárcel, como observación personal.

Luis Fernández-Vega, el actual presidente de la fundación Princesa de Asturias, cita a Plácido Arango en uno de sus discursos de entrega de los premios en 1989. El empresario hablaba de ellos como "un aplauso nacido de la libertad" y Fernández-Vega destaca que les dedicó su generosidad, su inteligencia, "recursos y tiempo". Con él "vivieron un periodo de apertura al mundo". La directora de la Fundación insiste en reconocer su "gran contribución" y en su confianza en el futuro de la Fundación Princesa de Asturias.

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