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El temor de una mujer por el permiso penitenciario de su agresor

"Mi expareja va a venir a por mí o a por mi hijo", clama la apuñalada en Perlora

La vigilante que sufrió un ataque con un destornillador pide más apoyo a las víctimas de violencia de género: "Perdí el piso y tendré que irme de aquí"

Sandra Triana Ocampo, delante de la caseta del servicio de vigilancia de la Ciudad de Vacaciones de Perlora. P. F.

Falta menos de una semana para que el agresor de Sandra Triana Ocampo salga de la cárcel asturiana con un permiso penitenciario y los nervios ya están presentes en su vida. La mujer, que sigue trabajando como vigilante de seguridad de la Ciudad de Vacaciones de Perlora, lugar donde fue apuñalada en el vientre con un destornillador por parte de su expareja el 15 de agosto de 2014, dice sentir miedo. Y no solo por su integridad, sino por la de su hijo pequeño, de 12 años. "Él va a salir con la pulsera (dispositivo para hacer cumplir la orden de alejamiento respecto a ella), pero mi hijo no está protegido. Tengo miedo porque tengo claro que va a venir a por mí o a por mi hijo para hacerme daño", confiesa esta víctima de la violencia de género.

Nada más saber que su agresor iba a pisar la calle, la mujer empezó a moverse para protegerse. "Hablé con el director del instituto donde va mi hijo para que no le dejen salir con otra persona que no sea yo. Los tres primeros días del permiso penitenciario estoy de descanso pero tendré que pedir un permiso a la empresa para librar el cuarto día y así poder estar con mi hijo para que no le pase nada", comenta. Llevará al menor al instituto, a pesar de que con ello limite su autonomía personal. Todo para evitar trágicas consecuencias.

A Triana Ocampo se le acumulan los temores. "En septiembre se le acaba la orden de alejamiento y podrá salir de permiso penitenciario sin la pulsera. ¿Qué tengo que hacer entonces? ¿Ir con un cuchillo por si me intenta agredir de nuevo?", se pregunta.

La mujer, de 47 años, reconoce que su vida "está destrozada" desde la agresión del 15 de agosto de 2014. "Perdí el piso donde vivía con mi expareja porque no podía pagar la hipoteca y tuve que solicitar varias ayudas. Ahora, cuando salga de la cárcel en dos años y medio me planteo irme de Asturias", comenta con los ojos llorosos.

Triana Ocampo rehizo su vida con otra persona, pero no se olvida de lo sucedido aquel fatídico día en Perlora, donde él trabajaba, al igual que ella, de vigilante. "Venir a trabajar a Perlora supone revivir a diario la agresión. Pero lo que más me preocupa es mi hijo. Sé que él no lo quiere en absoluto y que va a tratar de hacernos daño de nuevo", incide. Su hijo mayor, de otra relación anterior, reside fuera de Asturias.

La mujer ansía que las leyes de violencia de género mejoren para que las víctimas como ella no tengan que estar pendientes en todo momento de vigilar quién va tras sus pasos y los de sus hijos. Y reivindica más ayudas para que las víctimas se atrevan a denunciar a sus agresores sin temer perder el trabajo o sus ingresos. "Yo retiré dos denuncias en su día porque pensaba que iba a perder el trabajo y tenía que pagar una hipoteca. Eso le pasará a muchas mujeres, pero yo las animo a denunciar, porque la situación puede acabar muy mal", dice. En su caso, milagrosamente no sufrió heridas letales pese a la violencia de la agresión machista.

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