La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Centran en Candás la búsqueda de los secuestradores del surfista gijonés

Pablo Juan Sánchez, liberado tras siete días, cogió un taxi para volver a su casa l La víctima apenas ofreció datos para esclarecer su cautiverio

Pablo Juan Sánchez

Tras siete días de cautiverio, el gijonés de 34 años Pablo Juan Sánchez fue liberado a primera hora de la mañana de ayer, cerca de la estación de autobuses de Gijón, sin que mediase ninguna transacción económica de por medio, pese a la elevada suma de dinero que solicitaron sus supuestos secuestradores para liberarlo. Este hombre, aficionado al surf, había sido visto por última vez en una nave industrial del polígono de Pervera (Carreño) -justo en frente de la vía de entrada a la central térmica de Aboño- en la mañana del jueves, y aunque la prioridad era encontrarle sano y salvo, la Guardia Civil sigue adelante con sus pesquisas para esclarecer este extraño suceso. Quién y por qué siguen siendo las principales incógnitas de los investigadores, que se centran en la zona de Candás, pero sin descartar ninguna posibilidad.

La última vez que se había tenido noticias de Pablo Juan Sánchez, un gijonés al que sus allegados definen como "un chico deportista, vitalista y apasionado del surf", fue el jueves por la mañana, cuando atendió una llamada de un amigo de la familia sobre las 10.30 horas. Él mismo reveló entonces que estaba en la nave donde su hermano (que ese día estaba en Alemania en un viaje de negocios) tiene la empresa de autocaravanas Don Camper. Luego, al no presentarse en casa de su madre a comer como habían acordado, comenzaron los temores. Los peores presagios se confirmaron cuando fueron a buscarle y vieron que la nave estaba abierta y no había ni rastro de Pablo Juan Sánchez. Allí estaban sus llaves, el móvil y el vehículo del desaparecido. En ese momento comenzaron la búsqueda de pistas por su cuenta y no fue hasta las ocho de la tarde cuando alertaron a la Guardia Civil. La denuncia como tal la interpusieron a la mañana siguiente en el puesto de Candás.

WhatsApp falso

Al tiempo que la Benemérita ponía en marcha un dispositivo de búsqueda y otro de investigación de los hechos, los familiares y amigos de Juan Sánchez comenzaban una intensa actividad en redes sociales distribuyendo su fotografía y solicitando ayuda a cualquiera que hubiese podido ver algo entre las 13.00 y 15.00 horas del jueves. A esas labores en internet, ya el viernes, se sumó también la cuenta general de la Guardia Civil en Twitter y la plataforma SOS Desaparecidos. No obstante, ante las evidencias que permitían descartar una huida voluntaria, recomendaron a la familia que cesasen en la difusión de su imagen en redes porque "podía ser perjudicial para la investigación y su integridad". Todos los indicios apuntaban a una desaparición forzosa.

La idea del secuestro iba tomando forma. Se habló al principio de que un BMW X3 merodeaba por la zona y se le veía en una cámara de seguridad. Poco después ya era un Renault Kangoo. Nada se apreciaba con nitidez en esas imágenes. No obstante, el sábado por la mañana los rumores que se venían sucediendo desde el día de la desaparición se acrecentaron. La noticia podría trascender y la familia, ante el temor de que los secuestradores atentaran contra la vida de Pablo Juan, comenzaron a difundir un mensaje de WhatsApp en el que se explicaba que el joven "se encontraba anímicamente muy bajo al venir de Indonesia y Australia y que tenía muchos problemas y discusiones con su pareja" para desviar la atención y mantener a salvo las pesquisas. De hecho, para lograr el objetivo, la familia también pedía en ese mensaje que comunicasen a los medios -si estaban en contacto con ellos- que la de Pablo Juan se trataba de una desaparición voluntaria. No era cierto. De hecho, ya estaba formulada la petición de rescate, que fue dirigida directamente hacia el hermano del desaparecido y que a todas luces era "inasumible" por parte de la familia.

En Roces

Las labores de investigación, mientras, se centraron en conocer la situación de este joven, que vivió por temporadas prolongadas en Indonesia y Australia por su afición al surf. No hacía mucho que había regresado a Gijón, acompañado de su novia, a la que conoció en Bali, y se instaló en casa de su madre en el poblado de Roces. También se fijaron las pesquisas en su entorno familiar, desde el hermano -que estaba en Alemania en una feria de autocaravanas el día del secuestro y volvió de urgencia el viernes- al resto de la familia. La posibilidad de que el móvil del secuestro fuese para lograr el pago de una deuda sigue sobre la mesa de los investigadores.

Todo cambió ayer por la mañana, cuando sobre las siete informan a la Guardia Civil de que Pablo Juan está en su casa sano y salvo. Sin daños de ningún tipo. El joven, según explicó, fue liberado en el entorno de la estación de autobuses de Gijón. Allí, en la parada más próxima, cogió un taxi a las seis de la mañana y pidió que le llevasen a su casa, en Roces. La Guardia Civil se encargó entonces de su protección y cuidado, llevándolo primero al hospital antes de que pasase casi todo el día en la Comandancia de Gijón. Eran las diez de la noche y allí seguía para tratar de arrojar alguna pista que permita localizar a sus captores. Poco pudo aportar que ayudase a la investigación, que se centra en Candás. Ayer, al menos, volvió a dormir a salvo.

Compartir el artículo

stats