No es fácil encontrar las palabras apropiadas para hablar de lo que nos está pasando, de como repentinamente un virus nos ha arrebatado nuestras vidas. No es fácil sobreponerse a estos aciagos días en los que la emoción domina a la razón. En los que las malas noticias superan a las buenas, en las que la esperanza es el único bálsamo que calma el miedo.

El aplomo, la responsabilidad, la serenidad, la solidaridad€ son valores que cobran una vital importancia en momentos en los que la incertidumbre colapsa igualmente hospitales y corazones. Pero entre todos ellos, hay uno: la entereza, que sobresale entre el resto. Entereza que se hace patente tras los cristales de nuestras ventanas, y muy especialmente de las de nuestros mayores, quienes están siendo golpeados con la mayor de las durezas por este virus despiadado.

Entereza hilvanada en la memoria de quienes han vivido lo bastante para saber que el tiempo no lo cura todo, quizás lo alivia. Pensando en todos, pero muy especialmente en ellos, desde el inicio de esta crisis pedimos que el gobierno tomara medidas contundentes. Tendimos nuestra mano a Pedro Sánchez para trabajar juntos en unos presupuestos de emergencia, capaces de soportar avales, créditos y anticipos. No hemos parado de hacer propuestas y poner sobre la mesa medidas complementarias para frenar los efectos del coronavirus sobre nuestras familias, autónomos y empresas.

Familias que necesitan más protección, especialmente los más frágiles. Hemos diseñado un plan de choque para minimizar el contagio en residencias y proteger a nuestros mayores, personas vulnerables y colectivos de riesgo. Es necesaria una mayor protección para los sanitarios, más equipamiento de UCI, más test de diagnóstico de COVID 19 y menos desplazamientos innecesarios. También tenemos que poner más recursos para poder cuidar a nuestros hijos, es imprescindible reforzar el teletrabajo, las ayudas para su cuidado, ayudas también para el alquiler a quienes no lo puedan pagar.

Y ayudas, muchas para los autónomos cuyos negocios se hayan visto afectados por esta devastadora enfermedad, para que no tengan que pagar la cuota mientras dure el Estado de Alarma, para que los que estén de baja o cuarentena no tengan que pagar a la Seguridad Social desde el primer día y para quienes reabran su negocio tras el cese de actividad tengan un año al menos de Tarifa Plana de 60 euros mensuales.

En este escenario económico es necesaria una moratoria fiscal generalizada para todas las empresas, en igualdad de condiciones, tanto para el pago de impuestos como de las cotizaciones. Moratoria también a las deudas que venzan durante este periodo y en las cotizaciones a la Seguridad Social.

Pero también las administraciones necesitamos un impulso. Es fundamental que se nos autorice a emplear el superávit en la asistencia social y sanitaria, flexibilizando la regla de gasto.

Con la humildad y la lealtad política que las circunstancias recomiendan, seguiremos trabajando juntos aunque circunstancialmente separados, para superar este momento. Este trance en el que los colores y las siglas se diluyen. Tiempo habrá para los análisis y las responsabilidades. Ahora, seguiremos detrás de los cristales y con la entereza necesaria para encontrar el camino de vuelta.