Los osos ya han comenzado a despertar de su letargo y vuelven a hacerse visibles en los montes e incluso en los pueblos. Hace unos días, vecinos de Ventanueva (Cangas del Narcea) pudieron grabar desde la ventana de su casa a un plantígrado paseándose por la localidad y atravesando la carretera principal, el corredor del Narcea, con total tranquilidad. No obstante, es una estampa que a los lugareños ya no les sorprende, dado que las visitas del animal se producen con cierta frecuencia.
El vecino Avelino Suárez relata que hace unos días, mientras cenaba antes de las ocho de la tarde, vio a través de su ventana pasar un oso a tan solo 2 metros. "Cada poco se deja ver por el pueblo, suele bajar cada 4 o 5 días y ya lleva por lo menos dos años por aquí", explica Avelino Suárez, que asegura que lo pueden identificar gracias a que tiene una mancha blanca, como si de un collar se tratara.
"Se acerca al pueblo para ver si encuentra algo de comer, pero no hace ningún destrozo ni molesta a nadie, es el jefe del pueblo", comenta y añade que si lo tuviera que bautizar lo llamaría "El Alcalde".
Ventanueva se sitúa a pocos kilómetros de Moal, donde también es habitual que vean osos merodeando por sus calles y huertas. "A nosotros ya no nos sorprende ver al oso cruzando el pueblo y tampoco todas las veces tienes el móvil a mano para grabarlo", asegura Toño Rodríguez, quien recuerda que a finales de verano y durante el otoño había un oso por la zona al que cada poco podían ver en el pueblo e incluso en el patio de la antigua escuela.
No obstante, y aunque este oso no sea un extraño para los vecinos de Ventanueva, la fauna salvaje se está acercando más a las poblaciones toda vez que la actividad humana en las calles está descendiendo por el estado de alarma que obliga al confinamiento. Y si el humano se repliega y retrocede en su ocupación de la naturaleza, es esta la que avanza y se desinhibe acercándose a los humanos.
El investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y profesor de la Universidad de Oviedo señala, no obstante, que es "de esperar" que si los pueblos están más tranquilos los plantígrados se muevan con mayor libertad, pero ese efecto "hay que medirlo". Y ahí pueden aportar datos los investigadores que tengan animales radiomarcados, como es el caso del Principado con la osezna "Saba", que liberó en los Picos de Europa en noviembre tras ser curada. Lo que descarta Naves es que los osos se acostumbren a bajar a los pueblos y modifiquen así su comportamiento por un mes de confinamiento humano.
Las osas del cercado de los Valles del Trubia viven completamente ajenas al estado de alarma y a la inexistencia de turistas paseando por la Senda. "Molinera", detalla el director de la Fundación Oso Asturias, Pepín Tuñón, sigue hibernando desde finales de noviembre y "Paca" está teniendo un "comportamiento normal para la época del año". Tiene más actividad por la mañana, aunque poca, y menos por la tarde. Y, en general, muy poco apetito.
Con respecto a los jabalíes, la imagen que estos días ofrecen en el centro de Barcelona no es tan extraordinaria en Asturias. Sin falta de confinamiento, se pueden ver manadas corriendo por el centro de Oviedo. Y alguno habrá salido esta semana de su guarida a explorar. La caza deportiva se ha suspendido en toda España y los controles de la Guardería de Medio Natural, señala Carlos Nores, "se habrán interrumpido". Con una merma de control por parte del Principado, "también cabe pensar que puede aumentar el furtivismo, porque el que lo hace se salta todas las normas", sostiene el biólogo, miembro honorífico del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot). Los expertos, como Germán Orizaola, esperan que al menos el confinamiento sirva para "valorar un poco más la naturaleza y concienciarnos de que hay que cuidarla porque la necesitamos en momentos como este". "El propio virus deriva de un maltrato a la naturaleza", remata.
