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Crisis del coronavirus

La ganadería de carne, bajo mínimos: la crisis desploma las ventas y siembra incertidumbre

Cae un 30% la facturación de los derivados de las razas autóctonas destinados a la hostelería y aumenta de forma alarmante el stock de reses

Manuel Díaz Pravia pastorea su rebaño de oveyas xaldas.

Si hay un sector directamente castigado por el cierre de la hostelería y la restauración es el de la ganadería de ovino-caprino, porcino, vacuno mayor y aviar. En pocos días los productores han visto cancelados todos sus pedidos y en estos momentos solo esperan una reactivación del mercado, que aún no se ve cercana.

Asturias, con un monocultivo tradicional del vacuno de carne, ha vivido en los últimos años la recuperación de razas autóctonas como la oveya xalda, el gochu asturcelta, la cabra bermeya y la pita pinta. En todos los casos los ganaderos acusan un estrepitoso descenso de ventas que es especialmente llamativo en el caso del vacuno mayor asturiano, certificado a través de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Ternera Asturiana, con una caída que alcanza el 30 por ciento de la mercancía.

"Llevamos certificados algo más de 78.000 kilos. Se han dejado de procesar, respecto a las estimaciones, unos 8.500 kilos de carne", asegura Elena Cebada, gerente de la IGP, que preside el ganadero quirosano Rubén Fernández.

"Las vacas se destinan de forma mayoritaria a la hostelería y ahora ese mercado está totalmente paralizado", precisa Elena Cebada. En cambio, la ternera sigue creciendo, con ventas superiores al 25% en estas semanas. La demanda doméstica tira de la carne autóctona, que lleva certificados más de 2 millones de kilos en lo que va de año, 125.000 más que en 2019. Es una forma de compensar la crisis, pero tampoco es un consuelo absoluto para los ganaderos, que quieren ante todo una vuelta a la normalidad.

Con ventas o sin ellas, los trabajos en el campo continúan. Manuel Díaz Pravia, de Carreño, presidente de la Asociación de Criadores de Oveya Xalda de Asturias (ACOXA), atiende a diario a su rebaño de ochenta reses y trata de ser optimista ante una situación totalmente inesperada. "Nosotros empezaremos a notar todo más a partir de mayo o junio, cuando suelen salir nuestros corderos", señala. Díaz también abre una ventana a un aumento de las ventas a particulares, "aunque es difícil, pero sí hay mucha gente que nos está consultando", asegura. En 2019 llegaron a las mesas asturianas 1.500 kilos de cordero xaldo. La situación es similar en el caso del gochu asturcelta, que hace justo un año impulsó una marca de calidad amparada por el Ministerio de Agricultura, a fin de desterrar el intrusismo.

La crisis del coronavirus supone un parón en el proceso ascendente de la raza porcina autóctona, que cada vez tiene más demanda y aceptación, gracias a la Asociación de Criadores que preside Moisés Noval. A los ganaderos les preocupa también el exceso de oferta que puede llegar cuando la gente tenga los congeladores y frigos llenos, que puede dar lugar a una bajada de precios en origen.

"En este momento la sociedad asturiana tiene que volcarse con nuestras producciones, y también la industria, para hacer embutidos y otros productos", asegura Noval, que cría sus cerdos en Sariego. "En partes como tocinos podemos competir, con una grasa similar a la del cerdo ibérico", añade Noval. El toque más optimista lo pone Arturo González, criador de pita pinta y presidente de la asociación que lleva el árbol genealógico de la raza, y centrado ahora en el engorde de los pollos de recría que esperan destino en la explotación de Castiello (Brañes), en la falda del Naranco. "A la larga todo esto nos va a beneficiar; la gente querrá comer más sano y el mundo rural puede recuperar valor", asegura González. El precio del pollo asturiano ronda los once euros al consumidor, lo que lo convierte en un producto gourmet y también altamente orientado a la hostelería.

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