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El campo asturiano: un "gran hermano" al que da alas la crisis del coronavirus

La UE avala el uso de drones y fotos geoetiquetadas para controlar sobre el terreno la correcta inversión de las ayudas al no poder hacerlo en persona

El campo asturiano: un "gran hermano" al que da alas la crisis del coronavirus

El "gran hermano" del campo asturiano, es decir, las nuevas tecnologías que permiten controlar desde un despacho montes, pastos y tierras de cultivo, no está llamado a otra cosa que a crecer y reforzarse como consecuencia de la crisis sanitaria. La pandemia del coronavirus ha restringido la libertad de movimientos prácticamente en todo el planeta, pero no por ello en la Unión Europea (UE) están dispuestos a renunciar a que se fiscalice y se vigile hasta el final el destino de cualquier euro que sale de las arcas comunes para invertir en los estados miembros.

Así las cosas, en Bruselas no han perdido el tiempo. En lo que se refiere a los fondos de desarrollo rural, la Comisión Europea acaba de apremiar a aquellas instituciones que los gestionan (desde las comunidades autónomas hasta los propios grupos comarcales) a emplear todas las nuevas tecnologías a su alcance para controlar en el territorio la inversión correcta de las ayudas concedidas. No es baladí el asunto, pues solo en programas de desarrollo rural la UE se gastará en Asturias unos 500 millones de euros desde 2014 hasta este año. Y en el horizonte está la nueva Política Agraria Común, con otra lluvia de millones en el Principado, una inversión que Bruselas quiere que sea rentable y eficaz, y no se la lleve el viento.

"Es amplia la información que ya hay sobre cómo van a cambiar las cosas de manera inmediata en todo lo relacionado con la UE y curiosamente lo primero que se reglamentan son los controles sobre el terreno de las ayudas concedidas, que deben apoyarse en las tecnologías", señala Juan Antonio Lázaro, gerente del grupo del Bajo Nalón.

Lo habitual hasta ahora era que cualquier expediente que se movía sobre un proyecto con financiación europea obligara a una visita como mínimo sobre el terreno para comprobar en persona que el dinero había sido invertido correctamente. Con la crisis sanitaria, tales desplazamientos quedan limitados, si no prohibidos en el peor de los casos. Pero Bruselas lejos de renunciar a tal fiscalización, insta a echar mano de todos los métodos posibles y los autoriza como válidos.

En la actualidad el campo asturiano es un "gran hermano" controlado gracias a satélites como el famoso "Sentinel" -del programa Copernicus de la UE-, a lo que se añade el uso de fotografías geolocalizadas y drones. No hay que olvidar el ya veterano y famoso SIGPAC (una base de datos con referencias territoriales). "Lo que antes era casi experimental y se incentivaba como uso de cara al futuro, ahora es una realidad. Están dando validez de control preferente a esas tecnologías", añade Lázaro en referencia a una de las últimas publicaciones de la UE: el reglamento de ejecución de fondos emitido por la Comisión Europea el pasado 16 de abril que establece excepciones en los controles administrativos y sobre el terreno de la política agrícola común. En su artículo 5 es claro: "Conviene fomentar la realización de controles mediante teledetección y el uso de nuevas tecnologías, como los sistemas de aeronaves no tripuladas, las fotografías geoetiquetadas, los receptores del sistema mundial de navegación por satélite (GNSS) combinados con el sistema europeo de navegación por complemento geoestacionario (EGNOS) y Galileo, los datos recopilados por los satélites "Sentinel" de Copernicus y otros medios de prueba documentales pertinentes a fin de controlar el cumplimiento de los criterios".

El ojo que todo lo ve en el campo asturiano amplía ya poder. Y lo que tienen claro los expertos es que, lejos de ser transitorio, el apoyo cada vez mayor en las nuevas tecnologías ha llegado para quedarse. "En este sentido, el impacto del COVID-19 acelera la utilización de las nuevas tecnologías frente a la presencia física e impulsa la tramitación electrónica de expedientes y todo tipo de asuntos burocráticos", opina el gerente del Bajo Nalón.

El reglamento de Bruselas ya ha sido adaptado por el Ministerio de Agricultura con el fin de flexibilizar los controles y, por supuesto, evitar que se paren. "Eso que antes Europa hacía para controlar con nuevas tecnologías de forma casi experimental, ahora lo acepta con carácter general e incentiva que lo hagan el resto de administraciones", concluye el gerente.

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