El empresario de moda y escritor Adolfo Domínguez presentó ayer en una charla telemática del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA su novela "Juan Griego", acompañado por su editor Alejandro Alvargonzález. Esta charla supuso el regreso del Club Prensa Asturiana en versión digital después de que tuviese que suspender sus actividades en marzo por la pandemia. "Juan Griego" es una obra en verso en la que Adolfo Domínguez plasma todo su discurso literario y vital hasta tal punto que aventura que no escribirá más que esta obra. "Yo me agoté aquí; todo lo que tenía que decir está en esta obra", afirmó.

La novela está ambientada en Buenos Aires, durante los años de la dictadura de Videla. Este lugar para él tiene una profunda carga simbólica, porque llegó a ser la ciudad de mayor renta per cápita del mundo y en unos pocos años cayó en una extraordinaria decadencia. Esto lleva a preguntarse el por qué de muchas cosas.

Adolfo Domínguez se confesó lector voraz desde que era casi un niño. Además, escribió un diario desde su adolescencia hasta su primera juventud, momento en el que empezó a "mirar hacia afuera". La trama de la novela, aunque usa técnicas de varios géneros como la novela negra, la histórica o la de aventuras, con el objeto de enganchar al lector, es, no obstante "un pretexto para pensar".

Y tanto el personaje principal como el resto de los que componen la trama tienen un componente autobiográfico. "Yo estoy detrás de todos los personajes", señaló, y se mostró convencido de que "un escritor si hace gran literatura, se desnuda; yo aquí me desnudé. Hay mucho de personal, de mis recuerdos. No hay manera de escribir algo realmente interesante sin desnudarte".

En la charla salieron a colación las pasiones de Adolfo Domínguez, que no son pocas, y están relacionadas con la grandeza: la ciencia, la música cuya cima para él representan Mozart y Bach, sus pasiones literarias que tienen como cumbre al Quijote seguido de la obra de Shakespeare y de "Pedro Páramo" y "El llano en llamas", de Juan Rulfo, a los que vuelve una y otra vez -"releo mucho muy pocas obras", confesó- y, por supuesto, la moda. Para él, vestirse es "un quehacer poético; nos vestimos para que nos quieran". Admirador de la elegancia de Audrey Hepburn o de Marlon Brando, Adolfo Domínguez destaca, sobre todo, las cimas de la expresión, la excelencia. Prueba de ello es que, aunque no es aficionado al fútbol, sí admira esos minutos de inspiración de Messi en los que "el tiempo se para".

Alejandro Alvargonzález destacó que "Adolfo Domínguez escribió con esta novela un inmenso poema épico".