"Llamé a inspección educativa -cuenta- y me dijeron que no era asunto de ellos, que me pusiese en contacto con el centro (el instituto Leopoldo Alas Clarín). El problema es que hasta el próximo lunes allí no hay nadie. Así que llamé a la secretaria de la Consejera, que me pasó otro número de teléfono, donde me contestaron: 'Tomamos nota'". Pero los días pasan y el curso, como recuerda Miranda, está en su recta final. "La cría está desesperada. Durante semanas estuvo dejándose la vista con un móvil y echando más de una hora en ejercicios que con un ordenador se resuelven en diez minutos. Y ahora sigue con el teléfono para trabajar con Teams y hay cosas que ni puede hacer con el ordenador ni con el smartphone", relata su madre.
Miranda, que tiene otra niña en 6º de Primaria, está preocupada por su hija mayor, en 3º de la ESO. "Me da igual que no le vayan a bajar la nota; son muchas semanas desconectada del instituto". Y se pregunta qué pasará el próximo curso, con una posible mezcla de clases presenciales y online. "¿La vuelta en septiembre va a ser en el mismo plan? Yo no tengo por qué ser ni profesora ni experta en telecomunicaciones", sentencia.
Precisamente ayer la Consejería de Educación y la Fundación EDP repartieron en el colegio Pablo Iglesias, de Soto de Ribera, 39 de los 460 ordenadores portátiles nuevos que la entidad ha donado a alumnos. Los dispositivos, valorados en 200.000 euros, llevan conexión a internet y llegarán a 79 centros de 32 concejos.