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La flaqueza se vuelve fuerza: Asturias es la región donde más pesa el turismo nacional

Ocho de cada diez visitas vinieron en 2019 del resto de España, el caladero al que se dirigen todas las miradas para salvar la temporada

La que durante años ha sido la gran flaqueza del sector turístico asturiano puede llegar a transformarse, por acción de la pandemia que todo lo revuelve, en una pequeña fortaleza para no sufrir. Asturias, que tiene el porcentaje más bajo de turistas internacionales del mapa autonómico, está de repente en disposición de formular esa frase al revés y decir que es la región donde más peso tiene el visitante nacional, ese al que por las restricciones de desplazamiento que ha cocinado el covid-19 se dirigen ahora todas las miradas del sector para salvar la campaña más rara de su historia.

Pedro Sánchez viene de anunciar aperturas al viajero extranjero a partir de julio, pero a nadie se le escapa que las duras condiciones del movimiento internacional no desaparecerán por ensalmo. Por eso el Presidente también pidió ayer a los presidentes autonómicos que potencien el desplazamiento nacional para que "empuje y tire del carro" de cara al verano; por eso Asturias, siguiendo una senda inevitable, ha redirigido sus esfuerzos de promoción hacia el turismo interior, a tratar de captar al que por fuerza ha sido su principal cliente tradicional, a los mercados en los que hasta ahora, qué remedio, se ha buscado la vida.

Era seguramente por deméritos propios, por las dificultades de accesibilidad y el déficit de conexiones aéreas contra el que clama el empresariado turístico asturiano cada vez que tiene ocasión, pero el caso es que el desequilibrio en favor del viajero nacional es abrumador, más intenso en el Principado que en ninguna otra autonomía, y que ahora de pronto eso se ha convertido en una razón para creer que Asturias puede sufrir menos. Con los datos del cierre de 2019, un año de récord para el sector del ocio y los viajes en la región, eran españoles más de ocho de cada diez visitantes, un 82 por ciento de los alojados en hoteles, la cifra más alta de España, y hasta un 92 en establecimientos de turismo rural. Salta a la vista que Asturias tiene experiencia en la captación de ese turista nacional que ha pasado a ser el gran asidero, el último salvavidas de una de las actividades más vulnerables a la crisis que trae la pandemia.

La debilidad estructural se ha vuelto un estímulo. El 82 por ciento de españoles alojados en los hoteles asturianos en 2019 no resiste comparaciones ni siquiera con los vecinos de la España Verde -Cantabria cerró con un 78, Galicia en el 72, el País Vasco rondó el 60-, ni mucho menos con el 13 por ciento de Baleares o el 23 de Canarias. Habrá que tener en cuenta que la porción más alta de las visitas nacionales a Asturias viene de Madrid, la comunidad más castigada por el virus, y que los siguientes viajeros más interesados en la oferta asturiana de hospedaje vacacional fueron los gallegos y los castellanoleoneses, así quedan claras las ubicaciones de los mercados del cliente potencial.

El Principado ha visto la oportunidad y ha concentrado la estrategia de seducción de fronteras para dentro. Tirarán la caña en España y tratarán de aprovechar la otra ventana que abre la pandemia, que aquí se ha cebado menos y permite la venta de un "destino seguro", tranquilo y más libre de riesgos. Eso repiten los responsables públicos del turismo en Asturias sobre la maniobra promocional de salvamento del sector. Eso dice también el presidente de la patronal turística, José Álvarez Almeida, cuando recuerda que esta vez es una ventaja que "nosotros nunca hayamos tenido las aglomeraciones de otros destinos".

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