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El pueblo como refugio

Empresarios de turismo rural, a la expectativa y con sus negocios cerrados, confían en su modalidad vacacional como la más segura

Manuel Calvín, en Vega de Zarza (Taramundi). T. CASCUDO

"La gente está deseando salir y el turismo rural sería lo más lógico, la forma más segura de hacerlo", defiende Manuel Calvín, sentado junto a su casa de Vega de Zarza, un pueblo de cuento a tres minutos de la capital de Taramundi. Calvín es el único vecino natural de este pequeño enclave en el que viven cuatro personas todo el año y que, en temporada estival, puede llegar a los cuarenta residentes sumando a los turistas.

En 2005 abrió junto a su mujer, Antonia Abella, un complejo de turismo rural bautizado Casas da Lexa, en referencia al mote de la casa familiar. Cuentan con cinco alojamientos con capacidad total para veinte personas, pero, de momento, están cerrados al público. Esperan retomar la actividad la próxima semana y ya tienen reservas, entre ellos un belga que mantiene la ilusión por poder hacer el viaje. Para julio están entrando reservas y para agosto ya les quedan pocas plazas. Nada que ver con un año normal en el que a estas alturas ya habrían colgado el cartel de completo para todo el verano.

"Hubo consultas, pero la gente está esperando a ver qué pasa", indican. Este matrimonio confía en que no haya problemas y que el verano se dé bien, aplicando, eso sí, todas las medidas de seguridad y desinfección posibles. "Miedo no, pero precaución hay que tenerla toda", confiesan.

Calvín, que defiende Vega de Zarza como la aldea más bonita de Taramundi, está convencido de que si se permite viajar con normalidad por toda España, este verano será el boom del turismo rural. Otra vez. Porque si de algo conoce bien Taramundi, la cuna hace tres décadas del turismo rural en España, es el significado de veranear en el pueblo.

"Yo creo que esto va a servir para que la gente tire más para los pueblos", admite Abella, quien indica que el visitante disfruta enormemente sus estancias en Vega de Zarza. "A la gente le encanta y los niños lo disfrutan mucho", añade.

Otro pueblo de cuento es Pumares, en Santa Eulalia de Oscos, donde Patricia Cid regenta el hotel casona Cantiga del Agüeira, con nueve plazas. De momento mantiene su establecimiento cerrado y no reabrirá hasta que tenga reservas suficientes para justificar la vuelta a la actividad. "De momento tenemos consultas sobre la disponibilidad, pero sin querer hacer la reserva, prefieren esperar y es lógico", admite. No obstante, Cid defiende la buena posición de la comarca Oscos-Eo como un destino tranquilo y sin problemas con el coronavirus. "Como destino cumple muchos requisitos de lo que está buscando ahora la gente. En general, Asturias tiene muy buen posicionamiento porque además la pandemia no ha azotado tanto aquí como en otras comunidades".

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