A los pocos días de decretarse el confinamiento en España, los estantes de los supermercados comenzaron a vaciarse de papel higiénico. Mientras los responsables políticos llamaban a la calma a la población asegurando que el suministro de las tiendas estaba garantizado, los ciudadanos arrasaron con este producto. Se dijo que esa sorprendente actitud se debía a un factor psicológico, ya que al tratarse de un producto de higiene personal daba sensación de seguridad, y también al "efecto de rebaño". A medida que las compras de papel higiénico volvían a la normalidad, comenzaron a escasear otros productos como la cerveza, el chocolate y los geles para la desinfección de manos.
Si en marzo fue el papel higiénico, en abril hubo problemas para conseguir harina y levadura, ya que en los hogares se vivió una auténtica fiebre por la repostería para entretener las largas horas de encierro. Ahora, con la apertura del confinamiento y la llegada del buen tiempo, la población ha puesto la vista en las piscinas con idea de pegarse un chapuzón en casa y a la vista de que las vacaciones se plantean inciertas.
