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La cara y la cruz de tener pocos virus

El 98,4% de los asturianos se libró de la enfermedad: un dato positivo, pero que puede exponer a un descontrolado "efecto llamada"

La cara y la cruz de tener pocos virus

Quedando cada vez más claro que el coronavirus jamás llegó a campar a sus anchas en Asturias, el asunto pendiente será ver cómo afectará la desescalada a una región que siempre hizo alarde de su atractivo turístico y que, ahora, puede erigirse como un paraíso natural para hipocondríacos. Según la segunda actualización del estudio de seroprevalencia por covid-19 en España -que analiza desde hace semanas los anticuerpos de ciudadanos de todo el país- la tasa estimada de infectados en Asturias es de un 1,6% (poco más de 16.000 personas), frente al 5,2% de la media nacional y hasta el mas del 10% de provincias castigadas por la enfermedad, como Madrid. Y este dato, a juicio de los expertos que han estado hasta ahora siguiendo la evolución del virus desde el servicio de Salud de Asturias, arroja dos grandes conclusiones: que la incidencia del patógeno en la región ha sido más bien leve tanto por su aislamiento geográfico como por el sistema sistema sanitario local (el 98,4% de los asturianos quedaron libres de la enfermedad) y que, como la media nacional de infectados tampoco es demasiado elevada, los asturianos no tendrían por qué ser más débiles de cara a un posible rebrote durante el otoño: "Este estudio puede interpretarse con bastante optimismo. No estamos inmunizados, pero ninguna comunidad lo está".

El concepto de inmunidad ante el coronavirus se ha colado ya en el imaginario colectivo como una especie de superpoder, y buena parte del sector médico lleva desde entonces intentando desmitificarla con, hasta ahora, no mucho éxito. La llamada inmunidad de grupo, de hecho, se antojó siempre como un objetivo muy poco realista y demasiado caro por los expertos. Para cortar realmente la circulación del virus entre una población mayoritariamente inmunizada, se estima que alrededor del 60% de los asturianos tendrían que haberse infectado, más de treinta veces por encima de lo que en realidad lo han hecho. "Nunca hemos apostado por eso y nadie debería hacerlo. Una tasa tan alta de contagios habría provocado una tasa de mortalidad altísima", aclaran las mismas fuentes, que inciden en que los decesos habrían trascendido, en realidad, al propio coronavirus. "En ese escenario no solo se habría muerto gente infectada. El sistema sanitario habría colapsado y se habrían registrado también muchas muertes colaterales de enfermos de otras patologías por no haber sido atendidos a tiempo. El precio a pagar por esa inmunidad de grupo es demasiado alto; no merecía la pena", completan.

Ni siquiera las ciudades más afectadas por el virus pueden "presumir" de su poder inmune. "Si al final resulta que un 15% de los madrileños tienen anticuerpos, eso significa que el 85% no los tiene. ¿Realmente vale la pena todo lo que pasó en Madrid por esa diferencia en el porcentaje? No lo creo. De cara a un posible rebrote serán un poco más fuertes, pero lo que se perdió ya es mucho", añaden estos expertos.

La región, añaden los consultados, empezó el partido con bastante ventaja. "Partíamos de condiciones más favorables como la barrera geográfica, los medios de transporte y las costumbres del norte, pero también, y esto es concreto de Asturias, con un sistema sanitario que ha demostrado ser fuerte y que se está manteniendo así", afirman. La ventaja, ahora que se sigue temiendo que tras el término del verano una nueva ola de covid-19 recorra el país, es que la región "sigue con los mismos puntos a favor, tal vez con el personal sanitario más cansado, pero con el plus añadido de que ahora se sabe mucho más del virus y sabemos a qué atenernos".

Sin embargo, la desescalada sí arroja varias dudas sobre si la actual tasa de infección podrá mantenerse. Aunque las fuentes consultadas aclaran que de momento solo se puede hablar de "elucubraciones", sí empieza a rondar el temor de que la imagen que la región ha proyectado en el resto del país produzca una especie de "efecto llamada". "En verano claro que viene más gente que en marzo, pero tampoco se cree que Asturias tenga más potencial turístico que Galicia o que el País Vasco", razonan los expertos.

El matiz, no obstante, es que la región sí tiene "mejor prensa" que sus comunidades vecinas. Y ahí está el riesgo. Tras semanas en las que políticos y sanitarios defendían -sin falta de razón- que la gestión local había logrado frenar la pandemia sin rozar siquiera el colapso hospitalario, no se descarta que las principales ciudades asturianas se alcen como favoritas en el listado de destinos vacacionales. "Sí que podría haber un efecto llamada, aunque de momento nada es seguro. Con los datos en la mano es verdad que aquí el virus circuló muy poco, así que puede dar cierta seguridad venir aquí", razonan desde Salud.

La solución pasará por reflejar la realidad tal y como es. Y sí, el sistema sanitario asturiano actuó, en comparación con otras comunidades, más a tiempo y con mejores resultados, y también se vio reforzado por el aislamiento geográfico y de infraestructuras que siempre asoló a la región. Pero cualquier porcentaje de este estilo se mueve entre márgenes de estimación (o tasas de error) que oscilan varias décimas, por lo que, en realidad, la diferencia real en cuanto al nivel de riesgo de contagio (y a excepción de ciudades más afectadas como Madrid o Barcelona) no es tan grande. Si "algo falla", en cualquier caso, se podrían volver a aplicar medidas restrictivas, pero los expertos alertan: "Lo ideal sería poder seguir con la desescalada. El confinamiento fue como un pastilla; tiene sus propios efectos secundarios. Fue efectiva pero en exceso provocaría problemas de salud añadidos".

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