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Me quedo en el pueblo | Benia

Empresario en Gijón, quesero en Onís

Gerardo Niembro busca el equilibrio entre su trabajo como licenciado en Relaciones Laborales y la elaboración de gamonéu del valle

Empresario en Gijón, quesero en Onís

Gerardo Niembro Intriago, de 28 años, licenciado en Relaciones Laborales, trabaja en una empresa en Gijón hace tiempo. Pero lleva en la sangre lo que su padre, Gerardo Niembro Fernández, define como "el gusanillo de hacer el quesu. Eso que llevas dentro y que se te queda desde que ves de pequeñín hacer el queso en casa de los abuelos", explica este último, veterinario, elaborador de gamonéu del valle junto a su mujer, Rosa María Intriago, y quien además, y durante varios años, fue el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Queso de Gamonéu.

El joven, que durante la semana vive y trabaja en Gijón, suele acudir casi todos los fines de semana al pueblo donde se crio, al que se siente muy unido. "Ahora me dedico a lo que estudié, pero no descarto la posibilidad de ser el continuador de mis padres. Lo pienso muchas veces porque tener un trabajo no implica que te dure para siempre y yo también, como ellos, llevo dentro la pasión por elaborar este queso tan nuestro, además de tener en casa la quesería montada, y la cueva donde los curamos, a menos de 200 metros".

De momento hace algunos quesos los fines de semana. "Yo aprendí con mi madre, es mi mejor asesora", afirma. También señala que ese punto intermedio que vive ahora es una forma de no perder del todo su pertenencia a su pueblo y a la elaboración familiar de queso: le permite, al tiempo que trabaja en Gijón, seguir formándose junto a los mejores maestros, sus padres, y ayudando en la elaboración de un producto artesanal que firman con el nombre de Quesería Cuevas de Quiliama. Lo elaboran a partir de tres tipos diferentes de leche cruda: de vaca, de oveja y de cabra. Y, a diferencia a lo que sucede con el gamonéu del puerto, se produce todo el año.

Recuerdan ambos que su producción es pequeña y la venta se realiza a particulares. "Hacemos siete u ocho kilos de queso cada segundo día, en piezas de 4 o 5 kilos algunas; otras de dos y luego otras más pequeñinas por encargo. Si yo volviera algún día definitivamente, mi idea es rentabilizar la producción un poquitín más porque tenemos más demanda que oferta. También es importante saber mimar el producto, tener querencia por lo que haces; es lo que veo en mis padres y lo que me enseñaron. Me gusta lo que hago en Gijón, pero también me gusta mi pueblo y hacer queso, por eso trato en lo posible de no desvincularme de aquí", recalca este joven natural de Benia.

Sobre el incremento de elaboradores de gamonéu del valle en los últimos años, ambos creen que es bueno para el producto y que no sobra nadie. "Ahora bien, te tiene que gustar porque es un trabajo duro. No solo hay que hacer el queso, sino que hay que mantener y cuidar a los animales y atender los praos, etcétera. Aquí no hay descansos, se trabaja todos los días", añade su padre, para quien es una satisfacción que su hijo no solo se preocupe por no perder sus raíces sino que, quizás a medio plazo, pueda convertirse en el continuador de una quesería donde, además de con buen producto, se trabaja también con el corazón.

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