La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El regreso de los turistas, a cuentagotas

La primera jornada sin barreras en los límites de Asturias permite ver ya a viajeros de otras regiones: "Da un poco de miedo, pero hay que relanzar la economía del país"

Alba Rodríguez, Verónica Pérez, Alfonso Rodríguez y Elena Agudo brindan en la plaza Parres Sobrino de Llanes. IRMA COLLÍN

Desde la madrugada de ayer, domingo, ya es posible entrar en Asturias tras levantarse el estado de alarma, y fueron numerosos los vecinos de otras comunidades autónomas que se desplazaron a la región para abrazar a familiares a los que llevaban sin ver desde las Navidades o reencontrarse con amigos con los que no charlaban en persona desde hacía meses. La jornada de ayer tuvo el sabor del reencuentro en localidades como Llanes o Ribadesella, donde además empezaron a llegar turistas procedentes de todo el país, para alivio de comerciantes y hosteleros, que aspiran a salvar algo de la temporada turística. Eso sí, poca gente para lo que se estila en el oriente asturiano.

Entre quienes se dejaron caer por el Oriente se cuentan las ciudadrealeñas Elisabeth Ramírez y Lourdes Salcedo, que en la mañana de ayer recalaban en Llanes camino de Cantabria, donde tenían previsto pernoctar. Este viaje al norte del país les ha sorprendido mucho, y no de forma grata precisamente, sobre todo por "las pocas mascarillas que se ven por las calles" y que "la gente no guarde la debida distancia de seguridad para evitar contagios", según indican. No hay que olvidar que proceden de una de las regiones más golpeadas por el coronavirus. Salir en estas condiciones "te da miedo", asegura Elisabeth Ramírez. Pero, por otro lado, "yendo bien protegido, no tendría por qué haber problema; hay que relanzar la economía del país, es el momento de arrimar el hombro".

En Llanes se produjo un desembarco de turistas y personas que tienen en el concejo su segunda residencia, sobre todo el pasado sábado, cuando aún regía la prohibición de entrada a Asturias, fundamentalmente vascos, madrileños y cántabros. Ayer, domingo, continuó esa llegada de foráneos.

En realidad, ha sido algo habitual durante este estado de alarma. A Llanes llegaron incluso mexicanos que pudieron volar hasta Madrid y fueron recogidos allí por sus familias para desplazarse hasta Asturias y pasar allí el confinamiento. Algún vecino se mostraba un tanto remiso a este aluvión de desplazamientos que se empieza a sentir. "Deberían quedarse en sus regiones, al menos durante un tiempo", aseguró ayer en Llanes un vecino del concejo, que confesó sentir miedo a un rebrote del covid-19.

Llanes estaba ayer plagado de vecinos de Gijón y otras localidades asturianas. Alba Rodríguez, de Cangas del Narcea, se encontró allí, "a medio camino", con unos amigos de Cantabria. "Ayer (por el sábado) estuvimos en Bilbao y hoy aquí en Llanes, a la primera oportunidad, para ver a nuestra amiga", explicó Elena Agudo. "Estamos todavía un poco en shock por poder desplazarnos así por el país, recuperando la libertad y viendo a gente a la que no veías desde hace meses", añadió. Eso sí, con todas las precauciones del mundo. "Nos hemos saludado con el codo. Es la primera vez en catorce años que no nos abrazamos al vernos", aseguró la cántabra Verónica Pérez respecto a su amiga Alba.

Ha sido el fin de semana del éxodo. Una vecina de Ribadesella aseguró haber visto a la una de la madrugada del domingo a gente descargando maletas de sus coches.

Uno de los primeros en llegar fue el asturiano afincado en Madrid Marco Antonio Sánchez, que estaba deseando ver a su madre. "No la veía desde Navidades. Yo llegué con mascarilla y con pies de plomo, pero ella, al verme, me dijo que me la quitase y le diese un beso y un abrazo", asegura este director de operaciones de una naviera. Si lo hizo fue porque tenía la seguridad de que ni él ni su mujer tenían la enfermedad. "Nos hicimos un test el día 18 y dimos negativo, por eso decidimos subirnos", explicó.

Ayer se reencontraba con unos amigos en el paseo de la playa de Ribadesella. Primero un baño y luego a comer. "Estaba deseando ponerme el bañador e irme a la playa. Aquello fue muy duro. Sobre todo cuando habilitaron el Palacio de Hielo para dejar los cadáveres. No sabías cómo iba a terminar", rememora.

Marco Antonio Sánchez comprende de alguna forma la "madrileñofobia" que se asoma insidiosa al verano asturiano. "Hasta cierto punto es lógico ese temor, teniendo en cuenta la infección que hubo en Madrid y las ratios de contagio tan bajas que hay en Asturias. Pero también es normal que hubiese esos contagios. El problema es el transporte colectivo, el metro y los autobuses, donde la gente viaja más hacinada, no es lo mismo que aquí".

Sánchez se cruzó en el paseo de Ribadesella con otro asturiano residente en Madrid, el jubilado Alberto Díaz, que pudo desplazarse hasta la región unos días antes de que se declarase el estado de alarma, cuando ya era evidente que se limitaría la libertad de movimientos. "Aquí hemos estado desde el jueves antes de que se declarase el estado de alarma, yendo a por el pan y a por el periódico por las mañanas. Ahora vendrán mis nietos de Madrid, y espero que vengan también los que tengo en Maine, en Estados Unidos. Tuvimos que abortar el viaje hasta allí por la pandemia", explicó.

La Policía Local de Ribadesella recordaba a los paseantes la obligación de llevar mascarilla. A partir de hoy, lunes, se empezará a multar. No se puede bajar la guardia en la "nueva normalidad".

Compartir el artículo

stats