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La emoción de cruzar al otro lado del Eo

"Ver ese puente y saber que no podías pasar era duro", dicen familias separadas por la frontera asturgalaica durante la cuarentena

David González y Tony Rodríguez, con sus nietos Fabián, David, Sergio y Diego, en su casa de Ribadeo (Lugo). T. C.

"Ver ese puente a diario y saber que los tienes al lado y no puedes cruzarlo fue súper agobiante y el domingo, cuando pudimos reencontrarnos, sentí una sensación de liberación y de libertad", cuenta la franquina Alba Rodríguez, resumiendo el sentir de cientos de familias divididas estos días por la frontera asturgalaica. Los setecientos metros del puente de Los Santos, que une Asturias y Galicia sobre el Eo, nunca fueron tan largos para quienes vivieron el aislamiento en tierra fronteriza.

Rodríguez vive en Ribadeo junto a su marido y su hija de 13 meses, sufriendo por el hecho de que sus respectivas familias, en El Franco y Navia, no pudieran compartir y disfrutar los avances de la benjamina de la familia estando tan cerca. "El reencuentro fue muy emocionante", cuenta esta joven sobre este largo periodo "de 98 días sin ver a la gente que quieres". También en Ribadeo vive el franquino David González que, junto a su mujer Tony Rodríguez, está viviendo estos días intensos reencuentros tras tanto tiempo alejado de sus hijos y sus ocho nietos. "Estábamos expectantes a ver cómo iban a reaccionar los más pequeños... Pero muy bien, fue realmente emocionante", señala.

"Fue muy duro porque no estábamos acostumbrados a esto. Vivimos una situación privilegiada porque tenemos a todos los hijos cerca y, si no era a diario, los veíamos todas las semanas", reflexiona. Con todo, cumplieron a rajatabla las restricciones y aguantaron sin abrazar a los suyos en todo este tiempo: "No quisimos ni intentarlo porque las cosas son serias como para hacer tonterías".

En Castropol también se vivieron reencuentros especiales como el de la familia de Maite Muiña, que tiene cuatro hermanos viviendo en Ribadeo y una en Barreiros, ambos en la provincia de Lugo pero apenas a unos minutos de suelo asturiano. "El tiempo sin poder vernos se hizo muy largo, tanto para los pequeños como para los más grandes, en especial para el abuelo", precisa Muiña, quien incide en que pertenecen a la familia de la Guardia Civil y fueron muy escrupulosos en el cumplimiento de la norma. "Sabemos que las cosas hay que hacerlas bien y cumplir con las leyes", añade.

Muiña explica que la reunión fue entrañable porque descubrieron que sigue habiendo complicidad entre los pequeños y vieron feliz al abuelo por reunir a la familia. "La verdad es que sentimos mucha emoción y creo que nos servirá para valorar más las pequeñas cosas. Somos una familia unida y ante la adversidad siempre permaneceremos juntos", apunta la castropolense, que además preside la asociación cultural "El Pampillo".

Los reencuentros se siguen sucediendo estos días. Sin ir más lejos, la docente veigueña Lulas Somoza se reencontró ayer con su hermano Chusco, recién llegado de La Coruña, y por sorpresa. "De Vegadeo se echa todo de menos", precisó Chusco, que no pisaba el concejo desde Navidad.

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